Descripción del blog


Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

sábado, 4 de mayo de 2024

LA MODA EN TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA


                                   Chinelas francesas, c. 1789, Colección Guillen, Museo Internacional del Calzado, Romans.


1789: esa mítica fecha marcó el inicio de la Revolución francesa, los comienzos del mundo moderno con repercusiones profundas y distintas en toda Europa. 
La Revolución francesa fue uno de los acontecimientos más trascendentales, uno de los momentos estelares de la humanidad. Comenzó con ideales utópicos luminosos surgidos de la Ilustración, para continuar con años terribles de terror y violencia extrema que provocaron miles de asesinatos y, mutatis mutandis, que muchos revolucionarios murieran probando su propia medicina: la guillotina.


            La reina Maria Antonieta,  "Madame Déficit", vestida en grand habit con todo el lujo y esplendor del Ancien Régime.  Este retrato es obra de la gran pintora Elisabeth Vigée-Lebrun, 1780. Kunsthistoriches Museum, Viena.

No es nuestro objetivo valorar la trascendencia histórica de esta revolución sino su impacto en la indumentaria, que no es cuestión fútil sino diversa y profunda. Fue un medio de propaganda del nuevo régimen político.


La Moda como Símbolo Político

Desde los inicios de la Revolución francesa, la indumentaria se convirtió en una verdadera arma arrojadiza, jugando un rol vital en la identidad política de los ciudadanos franceses, ya fueran revolucionarios o realistas. 
La vestimenta presentaba más que nunca una función simbólica ya que a través de ella se reflejaba no solo el estatus económico y social de sus portadores sino también su significación política.
Las consecuencias podían ser impredecibles, pero a más de uno le costó ser pasado por la guillotina por utilizar indumentos aristocráticos, clericales o poco afines a la "moda revolucionaria".
Hasta los nombres de las prendas tenían connotaciones políticas: traje “a la Constitución”, “a la patriota”, etc. 


El Color de la Política

La moda pasó a tener tintes políticos, y nunca mejor dicho porque los colores adquirieron una importancia inusitada. 
Con la Toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, el gobierno de la ciudad de París decretó que todos los ciudadanos debían portar la escarapela tricolor (la cocarde)
El color rojo y azul eran los representativos de París y el blanco de la monarquía. Al parecer fue el general Lafayette el que sugerió el color blanco como símbolo de la monarquía.

¨Plantando el árbol de la libertad", E. Le Sueur, 1792. Museo Carnavalet, París. Las mujeres patrióticas en esta fiesta revolucionaria levaban vestidos-camisas blancos simbolizando la pureza de una nueva época. En la era revolucionaria se plantaron 60.000 árboles, la mayoría robles.


Portaban esos colores en cuellos, guantes, sombreros y gorros, vestidos, zapatos, bandas o tahalís... El color blanco de fondo dominaba en la indumentaria femenina y el negro en la masculina.

Prohibiciones en la Revolución

Los nuevos gobiernos revolucionarios dictaban la moda en función de un nuevo orden social, político y económico basado en la igualdad y fraternidad más que en los privilegios, aunque anularan así, la libertad de cada uno de vestir como quisiera.



Cuando la moda de 1793 se encuentra con la moda de 1778: ¡Qué antigüedad! dicen unos, ¡Qué locura! responden los otros. Fuente de la imagen: http://histoire-du-costume.blogspot.com

Así las cosas, la moda rococó, aristocrática y frívola, muy Ancien Régime, fue vista como un mal a combatir, de ahí que durante la Revolución fueron prohibidos: 
*los corsés (por dañinos para la salud)
*los encajes
*las pelucas 
*las joyas
*Los tejidos más exquisitos como sedas, tafetanes o terciopelos.

Estas prohibiciones estuvieron vigentes hasta la aparición del Imperio francés de Napoleón Bonaparte (1804) ligado al surgimiento de la moda neoclásica Imperio. 

Los Sans-culottes y el Sansculottismo

Se ha señalado que con la Revolución francesa se desató una verdadera histeria colectiva por primera vez en la historia sobre el uso identitario de indumentos políticos. El ciudadano reemplazó al individuo.
La importancia de la moda en esta etapa se aprecia hasta en el nombre de los revolucionarios por antonomasia: los sans-culottes, literalmente, los que no llevan calzones. En realidad, lo que portaban eran pantalones de rayas, abandonando los exquisitos culottes aristocráticos masculinos, habituales en buena parte del siglo XVIII, por cierto, nada que ver con los ridículos rhingraves, característicos del siglo XVII francés.
Los sans-culottes representaban al Tercer Estado o pueblo llano. Se oponían a los aristócratas y realistas en todo: en su forma de vestir, vocabulario, ideología…
Es lo que se ha denominado como sans-culottismo, la moda patriótica y revolucionaria que se refleja en la indumentaria, la música, la cocina, el humor, la forma de hablar y hasta en la decoración.
Fueron el ala extrema de los ya de por sí extremistas jacobinos y los "verdaderos patriotas".


El actor Chenard caracterizado como un sans-culotte en este cuadro de L.L. Boilly, 1792. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Las prendas que portaban los sans-culottes eran las siguientes:


                                                    Fuente de la imagen: sites.google.com

*El Gorro Frigio



El revolucionario gorro frigio característico de la Revolución francesa, Museo de Bellas Artes de Boston. Este tipo de prenda se llevó sobre todo en los inicios de la revolución. A la derecha podemos contemplar botones de bronce con miniaturas pintadas, c. 1792-93. Este tipo de botones con sus emblemas revolucionarios permitán identificar politicamente a su portador, colección de Lillian Williams, Nueva York y París.


Supuestamente, el origen del gorro frigio se encuentra en la región de Frigia, Asia Menor, en la actual Turquía. En el arte griego del periodo helenístico aparece como atuendo característico de los orientales. Es uno de los atributos del dios Mitra o Mithras, en el culto de posible origen iranio conocido como mitraísmo. En época romana, el gorro frigio (llamado pileus) era el distintivo de los libertos. 
Fue utilizado también simbólicamente por los asesinos de Julio César. Tal vez por esta razón, durante la Independencia de Estados Unidos y la Revolución francesa fue adoptado como símbolo de la libertad.
El siglo XIX, el gorro frigio se consagra definitivamente como símbolo internacional de la libertad y el republicanismo. Lo lleva la alegoría de la Libertad que aparece guiando al pueblo en el conocido cuadro de Eugène Delacroix, de 1830. Marianne, personificación de la República Francesa, está tocada también con un gorro frigio. Durante los siglos XIX y XX ha sido utilizado como símbolo en varias repúblicas.

*La Carmagnole o Carmañola (en español)

Era un tipo de chaqueta con botones metálicos que se llevaba con un chaleco de rayas de varios colores. Se cree que su origen era una vestimenta campesina de origen piamontés. Hubo una canción revolucionaria de la época que se llamaba "Carmagnola".



Maqueta de la Bastilla llevado por sans-culottes, E. Le Sueur, 1792, Museo Carnavalet de París

*Los Pantalones, habitualmente de rayas.

*Zapatos sencillos o Zuecos.

Cuando Robespierre fue guillotinado (en 1794) los sans-culottes perdieron el poder.


                Figura alegórica de la Revolución francesa. Fuente de la imagen: world4.eu

Junto a los sans-culottes no podemos olvidarnos de las temibles tricoteuses jacobinas. Vestián muy sencillas y siempre con símbolos revolucionarios. Tejían sin parar mientras asistían a los ajusticiamientos políticos revolucionarios.

Les tricoteuses jacobines, Pierre-Etienne Lesueur, 1789-1799, Museo Carnavalet, París. Fuente de la imagen: https://les8petites8mains.blogspot.com

¿Revolucionarios y Dandis?


Los sans-culottes eran los revolucionarios de las clases populares. Pero los verdaderos ideólogos de la revolución eran burgueses ilustrados como los Saint Just, Danton, Marat, Robespierre o Camille Desmoulins. 
Su  indumentaria no podía ser, en algunos casos, más a la moda, moda revolucionaria bien entendido: sin las exuberancias decorativas del rococó, más sencilla, y de clara influencia británica. Conviene recordar que desde mediados del siglo XVIII se vivió una auténtica anglomanía en la moda masculina francesa.



     Ejemplo de indumentaria de un ciudadano francés patriota y revolucionario, c. 1789-93, Museo de las Artes de la Moda, París, Colección U.F.A.C.

La indumentaria de los ciudadanos en tiempos de la revolución consistía en un redingote -una especie de casaca, de algodón y lino tejido a rayas tricolores; un chaleco de rayas y calzones (en la imagen de negro satén). Las medias también tricolores y zapatos negros con hebillas sencillas.
En ocasiones llevaban sombreros bicornios con plumas tricolores.


                Retrato de Robespierre de autor desconocido, c. 1792, Museo Carnavalet, París.

El caso más paradójico es el del "Incorruptible" Maximilian Robespierre, lider de los jacobinos, una de las figuras más carismáticas y sanguinarias del proceso revolucionario, particularmente de la etapa del Terror (1792-94). Fue todo un dandi, siempre impecablemente vestido. En esta imagen va vestido con un elegante habit à la anglaise.
Danton, otro líder de la Convención, también era muy elegante.
Por cierto, todos los anteriormente citados murieron guillotinados en la Revolución, menos Marat que fue asesinado por Charlotte Corday.

FUENTES DE DOCUMENTACIÓN

*Bosan, Marie-Josèph, El arte del zapato, Edimat Libreros, Madrid, 2008.
*Galeano Pérez, A., Atlas ilustrado. El peinado, historia y presente, Madrid, Ed. Susaeta,
*Laver, J., Breve historia del traje y la moda, Madrid, Cátedra, 1988.
*Rudé, George, La Europa revolucionaria. 1783-1815, Historia de Europa Siglo XXI, Madrid, 1985.
*VVAA, Moda. Historia y Estilos, DK, 2012.
*VVAA, The Age of Napoleon. Costume from Revolution to Empire, 1789-1815, MET, New York, 1989.

RECURSOS WEB

VIDEO EDUCATIVO SOBRE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN 14 MINUTOS



PELÍCULAS AMBIENTADAS EN LA REVOLUCIÓN FRANCESA


Entre las  películas  recomendables sobre la Revolución francesa podemos destacar "Historia de una revolución" (Robert Enrico y Richard T. Heffron, 1989). 
Es un film apasionante desde todos los puntos de vista:  en la narración de los hechos históricos, los actores, la ambientación y la moda, etc. 
Se puede ver en Youtube dividida en dos episodios:
Les Années Lumière



Les Années Terribles





Otra de mis películas favoritas sobre esta etapa, aparte de la "Maria Antonieta" de Sofia Coppola (2006), impresionante en el capítulo de la moda de la época prerrevolucionaria, es "La Inglesa y el Duque" del siempre genial Éric Rohmer (2001): me encantan los decorados pintados, la trama, la indumentaria, etc.




Y aunque nos salimos de la cronología de la Francia revolucionaria, no está de más aludir a la excelente miniserie sobre "Napoleón" (Yves Simoneau, 2002), absolutamente recomendable.


jueves, 18 de abril de 2024

LA HIJA DEL VIRREY, EL MUNDO FEMENINO NOVOHISPANO EN EL SIGLO XVII

El apasionante Museo de América está situado en la Ciudad Universitaria de Madrid

Entrada a la exposición "La hija del Virrey, el mundo femenino novohispano en el siglo XVII"



"La hija del virrey, el mundo femenino novohispano en el siglo XVII" es una fascinante exposición que se pudo contemplar en el Museo de América de Madrid en el año 2019.
Es de agradecer que el Museo de América a través de su sitio web permita la descarga gratuita de su espléndido catálogo y de los folletos de la exposición en varios idiomas. 
Un retrato barroco, pintado por un artista anónimo hacia 1670, es el leitmotiv sobre el que gira "La hija del virrey". 
Esta muestra, comisariada por Andrés Gutiérrez Usillos, es fruto de su afán investigador  y en ella pretende mostrarnos el mundo femenino novohispano en plena era del barroco, el siglo XVII. 
En esta exposición podemos rastrear la vida cotidiana de la época virreinal en Nueva España a través de los fabulosos objetos (mobiliario, cerámica, cuadros, esculturas, orfebrería, etc.) del ajuar que  María Luisa de Toledo y su madre, la virreina, adquirieron en México. Recordemos que cronológicamente el Virreinato de Nueva España –surgido durante la colonización española de América- se extendió durante los siglos XVI y XIX. Su capital fue la Ciudad de México, establecida sobre la antigua Tenochtitlan.

Fuente de esta imagen: http://www.culturaydeporte.gob.es/gl/actualidad/2018/10/20181026-america.html



En este cuadro áulico aparecen exquisitamente ataviadas y enjoyadas dos mujeres: una aristócrata, María Luisa de Toledo, hija del Marqués de Mancera, Antonio Sebastián de Toledo, virrey de Nueva España (1664-1673) y su dama  de compañía o sirvienta índigena, de la que desconocemos su nombre. De baja estatura presenta tatuajes en el rostro y en las manos –a pesar de llevar guantes- Los tatuajes era una forma de significar su condición de indígena, en este caso chichimeca. 
En este cuadro diferenciamos dos mundos femeninos contrapuestos en la América virreinal: el hispano y el índigena.
La indumentaria que apreciamos es de un lujo exquisito que recoge la moda del momento, típicamente barroca. Las ricas telas son brocados de seda con motivos vegetales, insectos y rocallas en la hija del virrey y en el caso de su acompañante indígena, florales y geométricos.
María Luisa de Toledo lleva puesto un vestido "a la española" aunque con influencias francesas, formado por un jubón ajustado al cuerpo (corpiño con cartón de pecho) terminado en pico y una basquiña o falda acampanada que nos sugiere que lleva puesto un verdugado o su equivalente en el siglo XVII y XVIII, el tontillo -aunque no de las proporciones de un guardainfante-.
Las grandes mangas abullonadas -mangas virago- son características del siglo XVII y terminan en un gran volante de exquisito encaje.



Los guantes, presumiblemente de cabritilla, terminan en puños de encaje. 


El puño de encaje muestra motivos decorativos florales.

    Detalle del jubón terminado en pico.


                                                        Detalle de la basquiña y los guantes.
                                      
El escote es de barco (o bote) con  banda de encaje o"fichu".


La hija del virrey aparece muy maquillada y enjoyada de perlas, tanto en el peinado como en el collar que recorre el escote, en las pulseras, en los grandes pendientes  y  en el broche en forma de lazo "devant de corsage".


Fotografías (a no ser que se indique otra fuente de la imagen): Ana Galván 

PARA SABER MÁS

*Catálogo de la exposición en este enlace.

miércoles, 21 de febrero de 2024

CINE E INDUMENTARIA: LA EDAD MEDIA


¡Saludos!

Para recrear la indumentaria medieval, el cine puede ser de gran ayuda. Aquí os dejo varios enlaces a trailers de películas muy recomendables ambientadas en la Edad Media -tanto Europa occidental cristiana como el Imperio Bizantino-.
Lady Halcón (Richard Donner, 1985). 



El reino de los cielos (Ridley Scott, 2005)



La princesa prometida (Rob Rainer, 1987)



El primer caballero (Jerry Zucker, 1995)



Excalibur (John Boorman, 1981)



Willow (Ron Howard 1988)



Teodora, emperatriz de Bizancio (Ricardo Fredda, 1954)



Y toda las películas de Shrek (Andrew Adamson, Vicky Jenson, 2001)



Por lo que se refiere a las series de televisión, quiero destacar las basadas en las magníficas novelas de Ken Follet, Los pilares de la tierra (2010, Sergio Mimica-Gezzan) y Un mundo sin fin (2012, Michael Caton-Jones)



Y la excelente Juego de Tronos (2011David Benioff, D.B. Weiss), con una espléndida ambientación e indumentaria claramente medievalizante, en concreto de la Baja Edad Media: y es que parecen evidentes las referencias a la Guerra de las Dos Rosas entre los Lancaster y los York...

domingo, 3 de septiembre de 2023

TEJIDOS DE LOS PAÍSES BAJOS. MODA Y PINTURA EN EL SIGLO XVII


¡Saludos!
La colaboración de tres instituciones museísticas francesas, el  Museo Tessé de Le Mans y los de Bellas Artes de Tours y Angers, ha posibilitado la organización de una interesante muestra itinerante sobre Moda y Pintura en los Países Bajos del siglo XVII. 
Su título original es L´ettofe des Flamands. Mode et peinture au XVII siècle.





Imágenes del Museo de Bellas Artes de Tours con una imponente chimenea de época Luis XIII. En este museo se puede contemplar esta exposición hasta el próximo 2 de octubre de 2023. Posteriormente, se exhibirá en el Museo de Bellas Artes de Angers desde junio hasta septiembre de 2024.


Pinturas, dibujos y grabados de moda se confrontan con documentos históricos como cartas de intercambios comerciales, facturas, inventarios, muestras -échantillons- textiles, indumentos y  otros objetos así como accesorios de moda, revelando así a la indumentaria como un espejo y vector esencial para conocer una época y su sociedad. 


Guantes matrimoniales de Cornelia Fagel, 1637. Museo de Amsterdam. En el siglo XVII, para ser honorable, una mujer de un grupo social elevado debía casarse. La soltería no era una opción. Un accesorio simbolizaba ese estatus: los guantes de boda. Ofrecidos por el novio a su futura esposa, eran utilizados durante la celebración nupcial: la esposa se quitaba el guante en los esponsales, dando la mano a su esposo, como signo de fidelidad conyugal. Estos suntuosos guantes de cuero con bordados de seda, perlas e hilos dorados, presentan  motivos decorativos muy simbólicos: claveles (amor y matrimonio) y violetas (virginidad y humildad).  Fuente de la imagen https://www.arts-in-the-city.com/2022/10/13/letoffe-des-flamands-lexposition-melant-mode-et-peinture-au-musee-de-tessee/


 
Factura con ocho échantillons o muestras de lana de Leyden, 1688. Museo de Lakenhal, Leyden.  Fuente de la imagen https://colorants.hypotheses.org/4351
 
La exposición nos evoca la moda del siglo XVII en los Países Bajos, centrándose más en la protestante Holanda y menos en la católica Flandes, en aquel entonces bajo el dominio español de los Habsburgo. 
 
  
 
Escuela holandesa, Mujer sentada en un sillon sosteniendo un libro, 1633. Fuente de la imagen: Museo del Louvre

La importancia de las fuentes iconográficas

Las fuentes iconográficas son vitales para analizar cómo era la moda de esa época. Nos evidencian la rica realidad social, económica y cultural de los Países Bajos en el siglo XVII.
Como afirma la historiadora Alexandra Bosc  en el catálogo de esta exposición, nuestra percepción de la moda neerlandesa del siglo XVII procede en gran parte -por no decir totalmente- del prisma que nos ha dejado la pintura. Así se nos revela en los retratos de aristócratas refinados; burgueses vestidos austera y elegantemente de negro con sus imponentes golas -fraises-; escenas de vida cotidiana en interiores o del pueblo llano con sus ropas raídas apreciables en las pinturas de género (trabajo y ocio rural). Desafortunadamente, son muy escasos los vestigios materiales de indumentos y accesorios conservados de esa época. 
En esta muestra podemos encontrar reproducciones de indumentos creados especialmente para la ocasión a partir de cuadros y documentos de ese periodo.
 
Modas y estatus social 
 
En el siglo XVII, la indumentaria que llevaban las élites neerlandesas se inspiraban en las modas extranjeras: primero españolas y después, francesas. Entre 1600-1625 la moda del "traje a la española", de vigencia incontestable en buena parte del siglo XVI, inspiró su indumentaria que fue suplantada a partir de 1625 por la más colorista moda francesa, auspiciada por los aristócratas galos. Estas tendencias se difundieron por Europa gracias al envio de prendas o incluso de "muñecas o maniquíes de moda" que hacían la promoción de las últimas novedades.
En una sociedad fuertemente jerarquizada como era la del Antiguo Régimen, cada uno se vestía según su estatus social. En suma, se era lo que se aparentaba: ver y ser visto. Era, hoy como ayer, un auténtico signo exterior de riqueza.
Los "regentes" o gobernantes vinculados a la burguesía holandesa, así como los aristócratas de otros países, no escatimaban en gastos en sus indumentos con lujosos encajes o exquisitas sedas. Aunque en Holanda no existian leyes suntuarias estos excesos de la moda eran fustigados por predicadores-moralistas de todo pelaje, tanto protestantes como católicos.


Frans Pourbus el Joven, Retrato del archiduque Alberto de Austria (1559-1621), gobernador (1595-1598) y después soberano de los Paises Bajos españoles (1598-1621). C. 1599. El archiduque Alberto, esposo de la hija predilecta de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, posa aquí como jefe del ejército. Su lujosa armadura está realizada con damasquinado -método que permitía finas decoraciones de oro y plata-. Porta un baston de mando o cetro y el collar de la orden del Toisón de oro, orden de caballería de los Habsburgo. La indumentaria del archiduque revela todavía la moda del siglo XVI, con sus grandes greguescos. Fuente de la imagen: Wikipedia.
 
 
Frans (II) Pourbus, Retrato de la archiduquesa Isabel Clara Eugenia, soberana (1598-1621) y después gobernadora de los Países Bajos españoles (1621-1633). C. 1603. Aparece con la rígida silueta troncocónica del "traje a la española", con un gran cuello de blonda denominado " lechuguilla punteada" y exquisitas joyas. El peinado es de alto copete adornado con diadema de forma puntiaguda, característico de las damas cortesanas y típicamente español. Fuentes de las imágenes: https://www.rct.uk/sites/default/files/256517-1473682819.jpg y Wikipedia.
 
La indumentaria en el siglo XVII era un bien de consumo costoso.
Muy codiciados, eran   frecuentemente robados: 40% de los robos cometidos en Amberes eran textiles e indumentos. Y es que una buena parte de la población no tenía medios para sufragarse sus propia indumentaria, que no pasaba de ser ropa muy simple, destinada a la protección contra los elementos, lejos de cualquier exigencia de moda o adorno.
Los menos favorecidos económicamente se contentaban con indumentarias modestas y toscas, para poder conservarlas el mayor tiempo posible. Compradas a ropavejeros, su guardarropa era muy restringido y se componía de trajes sencillos con telas resistentes como cáñamo, lana o lino de baja calidad y si eran tintados, de colores apagados y baratos.
En los centros urbanos, los más pobres y vulnerables -personas de edad avanzada, enfermos, huérfanos, etc. -se beneficiaban de donaciones realizadas por instituciones caritativas. A modo de economía circular, cuando los materiales eran ya inservibles como indumentos se "reciclaban" para producir papel.
Los zapatos de cuero eran un lujo.
 
 
 
Este cuadro de Rembrandt es una de las obras maestras del Museo de Tours. Rembrandt, La huida a Egipto, 1627. Museo de Bellas Artes de Tours. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons
 
 
 
David (III) Rijckaert, El cirujano, 1638. Museo de Bellas Artes de Valenciennes. Fuente de la imagen: https://en.muzeo.com/art-print/le-chirurgien/david-ryckaert-the-younger. En esta pintura de género holandesa apreciamos la pobreza de los indumentos, raídos y con rotos. 
 
 
Mules, Holanda, c. 1600-1650. Rijksmuseum, Amsterdam. Fuente de la imagen: Rijksmuseum 
 
El siglo XVII, el Siglo de Oro holandés
 
Entre las grandes potencias económicas y culturales del siglo XVII se alzan sin duda, los Países Bajos. La rica república de emprendedores burgueses de las Provincias Unidas vivió su máximo esplendor, su edad de oro, en el siglo XVII.
Conviene recordar que Amsterdam fue una metrópoli capital en el el comercio mundial. Ello fue debido a la hegemonía de su comercio. 
 
 
 
Caspar Luyken, Establecimiento de negocios de seda en Amsterdam, 1697. Rijksmuseum, Amsterdam. Fuente de la imagen: Rijksmuseum
 
A pesar de la guerra, casi omnipresente en el siglo XVII, el país se apoyaba en la pujanza comercial extraordinaria de las Compañías de las Indias tanto la VOC (occidentales) como la WIC (orientales) creadas a inicios del siglo XVII. Amsterdam disfrutó un fabuloso boom económico y demográfico, con una creciente demanda de productos de consumo, esencialmente de lujo. Las Compañías de las Indias fueron creadas en un principio para el comercio de especias pero rápidamente se expandieron a otros ambitos de gran valor como los textiles, la porcelana o el café. 
La fortuna de los regentes y armadores que controlaban estas empresas tan codiciadas, no procedía solo de la reventa de esta preciadas mercancias sino también de la infamante trata de seres humanos -esclavos negros- practicada en el marco de una economía o comercio triangular trasatlántico: eran cambiados por productos europeos como textiles o armas y vendidos a continuación en América, tanto del sur como del norte a cambio de materias locales como azúcar, café, cacao, algodón o tabaco.
 
La difusión mundial de los tejidos neerlandeses
 
Tres industrias locales, ligadas a la producción textil, fueron particularmente floreciantes durante este periodo, con un gran éxito comercial internacional: la lana, el lino y los encajes.
Leyden, al norte de la ciudad de La Haya, se convirtió en uno de los principales centros productores y exportadores de paños de lana a nivel mundial. 
El éxito de estos tejidos no fue por casualidad: contaban con las mejores materias primas -como la lujosa lana merina española- y un sistema de control e inspección a través del gremio de los marchantes-pañeros sin parangón en Europa. Así se  garantizaba la calidad extrema de los productos. 
Más de cien variedades de telas diferentes eran  controladas cada semana en los siete centros de inspección -los halles- de Leyden. 
Eran especialmente rigurosos en cuanto a los tejidos de lana azules y negros ya que eran los más costosos y susceptibles de poder ser fraudulentos.  
Estos excelentes tejidos  fueron particularmente muy apreciados por la corte y la nobleza europea.


Isaac Claesz van Swanenburg, Hilado de la lana en Leyden, c. 1595. Museo de Tejidos de Leyden. Fuente de la imagen: Wikipedia. 

Por lo que se refiere al lino, era finísimo y ligero, de gran calidad. También era conocido como "tela de Holanda" o simplemente "Holanda".
La fibra de lino es gris antes de sufrir largas operaciones de blanqueamiento para convertirse en un tejido inmaculado. 
Haarlem como toda la Frisia era célebre por la excelencia de sus lavanderos-blanquedores y por la gran calidad de sus tejidos. Utilizaban leche de vaca y extendían el lino en las praderas al sol para blanquearlos.
Desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, el uso del lino estaba generalizado en los guardarropas masculinos y femeninos de todas las clases sociales. Así, la camisa de lino era la ropa interior básica.  Era la calidad textil y el grado de su limpieza lo que distinguía a estos indumentos de ricos y pobres. 
Mantener prendas de lino era muy costoso. Solían tener las iniciales bordadas de sus clientes para facilitar el trabajo a los lavanderos-blanqueadores y evitar la pérdida de estos costosos indumentos.
Con "tela de Holanda" fabricaban también tocas o cofias para mujeres así como encajes para cuellos y puños. 
 
  
 
Pieter (1) de Jode, Pareja de elegantes: un gentilhombre español y una dama flamenca. c. 1600-1610.
 
Hacia 1670 se exportaron menos por las políticas proteccionistas del poderoso ministro Colbert en Francia o de Carlos II en Inglaterra.
 
Una moda en blanco y negro
 
El estereotipo sobre indumentaria más generalizado que hizo fortuna en la Holanda protestante del siglo XVII es la moda en blanco y negro.
 
  
 
Willaerts Abraham, Un armador y su familia, Museo de Bellas Artes de Valenciennes. Fuente de la imagen: Museo de Bellas Artes de Tours.
 
En efecto, pudiera parecer que es fruto del rigor calvinista austero y sobrio, pero un análisis más detallado, sin negar lo anterior, nos refleja que el negro era el summum de la elegancia -como ya se hizo patente en otros periodos históricos como en la corte borgoñona del siglo XV o en la España de Carlos V y Felipe II en el siglo XVI. Por lo tanto, esa pretendida austeridad era más aparente que real, porque los tejidos presentes en los retratos de los adinerados burgueses holandeses eran exquisitos y costosos así como los inmaculados encajes de cuellos y puños que acrecentaban la suntuosidad de nouveaux riches de los retratados.
 

Pieter Soutman, Retrato de la familia Beresteyn con sus seis hijos y dos sirvientes, hacia 1630-31. Este retrato muestra a una rica familia de Haarlem en la que no faltan los indumentos de color negro y los exquisitos encajes en cuellos y puños. Los niños visten como miniadultos. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons.

 
Taller de Cornelis van der Voort, Retrato de Magdalena van Erp realizado con ocasión de su matrimonio, hacia 1623. Castillo real de Blois. Fuente de la imagen: webmuseo.com
 


Patines, Holanda, hacia 1625-1675. Centraal Museum de Utrecht. Fuente de la imagen: https://www.latribunedelart.com


Indumentos femeninos y masculinos, c. 1625

En esta exposición podemos analizar varios indumentos de la moda de la burguesía holandesa del siglo XVII. Son reconstrucciones basadas en fuentes documentales e iconográficas.
Ambos llevan el consabido negro y los ricos encajes de cuellos y puños.


 
En el siglo XVII los encajes estaban de moda en toda Europa. Sus principales centros de producion eran Venecia y Flandes (Amberes, Brujas, Bruselas, Malinas) pero se producian también por otros paises europeos como España y Francia. Eran mercancías de lujo, sumamente costosas.
En los Países Bajos los imponentes cuellos blancos de encaje de rueda de molino -fraises o ruff- alcanzaron un enorme éxito. Fueron elementos icónicos de la moda durante un siglo, desde mediados del XVI hasta 1650. Los retratos holandeses y flamencos reflejan muy bien esta tendencia.
Durante las décadas de 1600 al 1630 se convirtieron en el emblema del estatus social por excelencia. Hacían falta nada menos que 17 metros de tela para realizarlos. Requerían un cuidado exquisito para poder conservar su limpieza y blancura. Su estructura rígida y de grandes dimensiones imponía un porte altivo, mostrando así, el rango social de su propietario.


Reconstruccíon de una fraise o gola de lino con estructura metálica que permitía mantener rígido el cuello de encaje.
 




Esta indumentaria femenina nos muestra una ropa de encima, con o sin mangas denominada vlieger -derivado posiblemente de una tipología indumentaria española denominada ropa-. En este caso es con mangas extraíbles.  
Habitualmente es negra, de terciopelo y podía ir forrada con pieles. Lo usaban solo las mujeres casadas.
El vlieger va abierto al frente, dejando asomar el cuerpo o corsé emballenado denominado borst. El borst suele ir decorado con hilos de oro y perlas o pedrería fina. 
La falda va ahuecada en su interior gracias a un artilugio tipo verdugado o tambor, consiguiendo así, una amplia silueta.  No faltan los encajes en cuello y puños. La camisa- no visible- hace las veces de ropa interior.






Por su parte, la reconstrucción de indumentaria holandesa masculina, como la que llevaban los hombres burgueses hacia 1625, está compuesta por una capa circular, un jubón y unos calzones hasta la rodilla. No faltan los encajes en puños y en el cuello caído.  Completa su vestimenta las medias, los zapatos y el sombrero de ala ancha.









Fuente de documentación
La visita a la exposición L´étoffe des Flamands. Mode & peinture au XVII siècle y su catálogo.
VVAA (2022). L´étoffe des Flamands. Mode et peinture au XVII siècle. Gante: Snoeck.

Fotografías: Ana Galván, exceptuando aquellas que indiquen otra fuente documental.