Descripción del blog


Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

miércoles, 24 de septiembre de 2025

0.1 INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA INDUMENTARIA


TEMA 1. INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA INDUMENTARIA


El concepto de indumentaria. Indumentaria versus moda
 

Al abordar el intrincado mundo de la indumentaria hemos de tener presente que trazar su historia es contar el relato del ser humano, puesto que está estrechamente relacionada con la cultura de un pueblo en una época determinada. Según el diccionario de la RAE, el término indumentaria que procede del vocablo latino “indumento”, significa en su primera acepción, “perteneciente o relativo al vestido” y en una segunda, “estudio histórico del traje”. 

Debemos partir de la premisa de que el concepto de moda e indumentaria no son stricto sensu sinónimos y como afirma Carmen Abad-Zardoya es algo obvio que a menudo se pasa por alto.

La palabra moda procede del francés mode y éste a su vez del latín modus -modo, medida, moderación- y también manera, en francés façon, que dará lugar a fashion en inglés. Mode fue un término acuñado en el siglo XVII en Francia, al menos, así aparece en sus diccionarios, y sorprendentemente se difundió por Europa, con sus equivalentes en otros idiomas, coetáneamente. Así por ejemplo, en español, la primera mención a esta palabra procede de un literato, Luis Vélez de Guevara en su novela El diablo cojuelo (1641). 

Hay que señalar que el concepto de moda es mucho más amplio y complejo que el de indumentaria. La RAE subraya que la moda tiene que ver con usos y costumbres en su primera acepción, sin aludir al vestir. De hecho, el Diccionario de María Moliner argumenta lo mismo, ya que puede darse moda en muchos aspectos como mobiliario o literatura… aunque también señala que “si no se especifica otra cosa, se entiende la moda en el vestido”. La segunda y tercera acepción de la RAE ya definen de forma muy concreta la moda, haciendo referencia a la vestimenta.

La indumentaria es el traje o vestido, con sus diferentes tipologías y acepciones, que incluyen todo tipo de accesorios y complementos. 

La historia de la moda corre paralela a la del gusto colectivo de una sociedad, de una época, de un país, de una ciudad. Es el imperio de lo efímero, marcado por tendencias de naturaleza inconstante, que apuestan por lo nuevo y fugaz sin renunciar a revivals del pasado, aunque solo sea para negarlos.

 

Así las cosas, podemos considerar que la moda en sentido lato, total, es eterna, ha existido desde la noche de los tiempos, porque siempre han surgido creadores de estilo y se han marcado tendencias.  Ahora bien, en sentido estricto, los orígenes de la moda pueden cifrarse en distintos periodos históricos siendo sus tres grandes hitos:  la Baja Edad Media y los siglos XVII y XIX.

La mayoría de los historiadores coinciden en considerar que la moda en el vestir surgió en la Baja Edad Media, concretamente en el siglo XIV, en las cortes europeas. Apareció vinculada al surgimiento del traje anatómico que marcaba un claro dimorfismo sexual entre hombres y mujeres, coincidente con el incipiente capitalismo mercantil y el desarrollo de las ciudades. 

Un segundo momento sería en el siglo XVII: surge el sistema de la moda vinculado a un monarca, el Rey Sol y a su corte versallesca. Luis XIV, árbitro de la moda, hará de París la capital hegemónica de la moda, la quintaesencia del lujo y la elegancia chic: es el Grand Siècle. Fue entonces cuando surgieron las temporadas en la moda, las primeras publicaciones dedicadas a las novedosas tendencias en el vestir como el Mercure Galant, mientras se difundían grabados y muñecas con las últimas tendencias, estas últimas desde Francia a las cortes europeas.


Y un tercer momento, y no menos importante, fue el siglo XIX: se suceden las tendencias a velocidad de vértigo, se consolida el auge de las revistas de moda y su difusión,  surge la Haute Couture (Alta Costura) en París creación del diseñador inglés Worth, y se afianza la industria de la moda con el surgimiento de los grandes almacenes. La Revolución industrial en su vertiente textil hará el resto.

La historia del traje puede y debe ser abordada desde múltiples perspectivas y desde disciplinas afines y complementarias. Lejos de ser simplemente un fenómeno frívolo o superficial, es un tema relevante para los antropólogos, así como para los historiadores de la moda y del arte, los economistas, los filósofos, los sociólogos, psicólogos o psicoanalistas.
Entre los grandes teóricos de la historia de la moda podemos destacar a James Laver, Georg Simmel o el psicoanalista J.C. Flügel, autor del texto canónico por excelencia, Psicología del traje. Es asimismo una cuestión tratada por intelectuales y literatos de la talla de Honoré de Balzac, Walter Benjamin, Charles Baudelaire, Pardo Bazán, Galdós, H.G. Wells o Sartre suscitando el interés de semiólogos como Umberto Eco u Omar Calabrese. 


La variedad tipológica en el caso de la indumentaria va vinculada al marco geográfico, clima, profesiones, épocas, creencias y costumbre, así como a la riqueza-pobreza de sus poseedores y de los materiales. 

Los materiales determinan en numerosas ocasiones la tipología. Éstos han ido evolucionando y sofisticándose con el paso del tiempo. Históricamente, algunos han sido y son muy demandados, dando lugar a rutas comerciales para su difusión. Podemos distinguir entre materiales de origen natural  sean de origen animal como la seda, la lana o el cuero o de origen vegetal, como el algodón o el lino o artificial como el poliéster. Por lo que se refiere a las pieles, las más apreciadas son las de armiño, lince, martas cibelinas, zorros, chinchillas y visones. En la actualidad el uso de las pieles suscita muchas controversias siendo su uso muy políticamente incorrecto.

Los vocablos con los que denominamos a la indumentaria son complejos y variados, diferentes según las distintas épocas. Abundan  sobre todo los anglicismos, pero también los galicismos e italianismos. Estos términos están en continuo cambio y evolución, y raro es el año en el que no se incorporan palabras nuevas, muchas veces ligadas a la música, tribus urbanas o al cine.
Hay que señalar que la vestimenta incluye también a los accesorios o complementos, de vital importancia según las épocas, como los guantes, el calzado,  los sombreros, los abanicos, los bolsos, los chales, los paraguas y por supuesto, las joyas.


Función y significación

 
La explicación bíblica de la necesidad del vestido como fruto de la vergüenza y pudor que sienten Adán y Eva por haber pecado está en la base de la negativa mentalidad judeo-cristiana sobre el cuerpo. La carne, junto con el mundo y el demonio, serían los monstruos a batir. De ahí la dualidad alma-cuerpo, como dos caras de la misma moneda, que por lo demás encontraremos en algunos filósofos y doctrinas filosóficas. La desnudez o la ropa considerada “inadecuada” es castigada severamente en muchos países del mundo, especialmente en los que impera la Sharía islámica.

 

Es claro que nos vestimos por diversas razones: para cubrirnos y enfrentarnos al clima (frío, lluvia, protección contra el viento, el sol, el sudor); por pudor y también para resultar atractivos para nosotros mismos y para los demás. La indumentaria es un poderoso instrumento de seducción. Pero la función y significación de la indumentaria traspasa lo meramente funcional y decorativo.
El vestido es una forma de expresión y comunicación no verbal muy personal y compleja: por un lado, subraya nuestra identidad, diferenciándonos de los demás, pero por otro lado nos liga a un grupo. Reflejo del Zeitgeist, el traje se configura así como un sistema de signos cuya descodificación informa a la sociedad de cómo somos, sentimos y pensamos. Lo que llevamos puesto nos delata: nuestros gustos, ideología, nivel económico, forma de sentir y ver la vida. Por la ropa podemos deducir la profesión, el grupo social, la zona de procedencia o las creencias religiosas. Somos como los “hombres jeroglíficos” a los que aludía Balzac que hay que interpretar a través de lo que llevamos puesto.
Por lo demás, la moda puede ser un instrumento desde el poder para perpetuar el orden social establecido -como prueban las leyes suntuarias- y lo contrario, puede socavar las estructuras sociales y sus privilegios, siendo fermento de cambios en las mentalidades. El poder se expresa mediante la magnificencia de los indumentos que portan reyes, emperadores y aristócratas. Las diatribas de escritores, moralistas y eclesiásticos contra la tiranía de la moda o determinados indumentos es una constante en la historia.


Por lo demás, la vestimenta no está exenta de connotaciones simbólicas y políticas como podemos observar en el Motín de Esquilache en España o en la Revolución francesa.


No ha sido ni es infrecuente que la vestimenta humana haya supuesto la agresión al propio cuerpo y no sólo a través de la incomodidad –con el uso de ciertas prendas como los corsés o los tacones de 12 cm- que ciertas formas de vestir reflejan sino a través de rígidos cánones estéticos que por diversos factores se han aplicado a los seres humanos. De hecho, cuando estudiamos la historia de la moda, tanto masculina como femenina, pero sobre todo la destinada a las mujeres, no podemos dejar de sentir un escalofrío al analizar la larga lista de diseños que durante siglos han torturado y tiranizado, hoy como ayer,  a hombres y mujeres.


Arte y Moda
 

Tradicionalmente la historia de la indumentaria ha estado profundamente imbricada con la historia del arte, por eso podemos apreciar su mutua influencia a través de los siglos, siendo muy diferente según las distintas épocas y civilizaciones. Van unidas a los usos y costumbres sociales, son parte de nuestra cultura, de nuestra historia.
La historia del traje puede ser estudiada siguiendo criterios cronológicos y estilísticos, ya que es reflejo de los movimientos culturales de una época, en conexión siempre con el resto de las artes, la filosofía, la música o el cine.
Esta ligazón se ha hecho particularmente evidente en los estilos que inciden en la creación de un arte total que englobe todas las artes como el Barroco, el Rococó, el Art Nouveau, o el Art Déco.

El mundo de la moda es un ámbito privilegiado donde los diseñadores intentan innovar, sorprender y gustar, a partes iguales, dando rienda suelta a la creatividad. Los hay que han considerado la moda un arte -Vionnet o Paul Poiret- mientras que para Chanel era un oficio y para otros como Jean-Paul Gaultier, es una revolución cultural.
En el arte contemporáneo, muchos artistas estelares no han podido sustraerse al diseño de moda, desde zapatos –como Zaha Hadid- hasta vestuario de ballets, teatro y óperas como Dalí, Picasso o Néstor Martín Fernández de la Torre entre otros. Sin embargo, conviene recordar que la creación de indumentaria y sus accesorios requiere de no pocas habilidades técnicas, conocimiento de los materiales, patronaje… que no suele ser de interés o del alcance de muchos artistas, salvo excepciones.


Fuentes para el estudio de la indumentaria

 
Es evidente que las fuentes esenciales para el estudio de la indumentaria son las propias piezas, conservadas en museos y colecciones públicas y privadas.
Hay una gran laguna en el conocimiento de las artes textiles e indumentaria antiguas porque son escasas las que nos han llegado. En el caso de España son pocas las piezas conservadas anteriores al siglo XVII. Las prendas requieren unas condiciones especiales de conservación debido a su fragilidad y por eso muchas no han sobrevivido al paso del tiempo.
Las fuentes iconográficas, es decir, las que nos aportan las imágenes como pinturas, mosaicos o esculturas son de vital importancia. La pintura nos permite apreciar el color, diseño, texturas, como los mosaicos o las representaciones en vidrieras o incluso en vasos cerámicos. La escultura nos aporta la representación en tres dimensiones del vestido.
Asimismo son importantes todo tipo de documentos –inventarios, testamentarías, cartas- conservados en archivos y bibliotecas.
Por último, pero no menos fundamental, la literatura -como ya apuntamos anteriormente -y el cine nos ofrecen referentes muy interesantes sobre el apasionante mundo de la indumentaria y la moda.
Finalmente, es importante reseñar que  cada vez son más frecuentes las exposiciones que fundaciones y museos dedican a la moda y sus complementos como la joyería. Se ha incrementado, además, de forma abrumadora el número y la calidad de libros y catálogos dedicados a estas materias así como los recursos en red.


BIBLIOGRAFÍA
 

ARNOLD, R. (2009): Fashion. A Very Short Introduction, Nueva York: Oxford University Press. 

ABAD-ZARDOYA, C. (2011): “El sistema de la moda. De sus orígenes a la postmodernidad”, Emblemata, nª 17, pp. 37-59. 

BOUCHER, F. (1967): Historia del traje en Occidente. Desde los orígenes hasta la actualidad. Barcelona: Gustavo Gili (GG moda). 

COSGRAVE, B. (2000): Historia de la moda. Desde Egipto hasta nuestros días. Londres: Octopus Publishing Group, Ltd. 

DEJEAN, J. (2008), La esencia del estilo. Historia de la invención de la moda y del lujo contemporáneo, Nerea.

GONZÁLEZ, M. et al (2014): Los gustos y la moda a lo largo de la historia. Valladolid:  Ed. Universitarias de Valladolid.

GRAU, F.-M. (1999):  Histoire du costume, Colección Que sais-je?, Presses Universitaire de France. 

GUTIERREZ GARCÍA, M.A. (2005): Literatura y moda: la indumentaria femenina a través de la novela española del siglo XIX. Universidad de Murcia. Disponible en https://www.um.es/tonosdigital/znum9/estudios/literaturaymoda.htm#_ftn1 

LIPOVETSKY, G. (2002): El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. 8.ª ed. Barcelona: Anagrama. 

MOLINER, M. (1988): Diccionario de uso del español. Madrid.

RODRÍGUEZ GARABATOS, B., (2021): Emilia Pardo Bazán y la moda. A Coruña: Hércules de Ediciones.

SIMMEL, (ed.2014): Filosofía de la Moda. Madrid: Casimiro Libros.

TOUSSAINT-SAMAT, M. (1990): Historia técnica y moral del vestido. 1. Las pieles, Madrid: Alianza Editorial.

VV.AA (2019): “Moda. El arte de lo efímero”, Revista Litoral, nº 268. 

VV.AA. (2011): ”Moda, el poder de las apariencias”, Revista de Occidente, nº 366.  


RECURSOS EN RED

 
PENA, P. en Historia del Traje, “Introducción a la Indumentaria”. Disponible en http://historiadeltraje.blogspot.com.es/p/naturaleza-y-funcion-del-traje.html (Consulta: 1 de septiembre de 2022).


PENA, P. en Historia del Traje, “El surgimiento del traje anatómico y la aceleración de la moda en el vestir”. Disponible en http://historiadeltraje.blogspot.com/2011/02/el-traje-en-la-edad-moderna.html (Consulta: 1 de septiembre de 2022)
 

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> (Consulta: 1 de septiembre de 2022).
 

ROSILLO, B. en Arte y demás historias, “La indumentaria según Balzac” . Disponible en https://barbararosillo.com/2020/05/08/la-indumentaria-segun-balzac/ (Consulta 25 de septiembre 2022)
 

Vestimos cultura. Google Arts & Culture. Disponible en https://artsandculture.google.com/project/we-wear-culture (Consulta: 24 de septiembre 2022) 


LISTA DE ILUSTRACIONES
 

Portada. Alonso Sánchez Coello, Retrato de Don Juan de Austria. 1559-60. Fuente de la imagen: Wikimedia.

Figura 1. Procede de la serie de Carle Vernet "Incroyables et Merveilleuses", 1793. Fuente de la imagen: Wikipedia dominio público.
Figura 2. Fuente de la imagen: Museo del Traje. 1750-1800
Figura 3. F. X. Winterhalter, Retrato de la emperatriz Eugenia de Montijo en vestido de gala  c. 1853. Museo de Orsay de París. Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público.
Figuras 4 y 5. Joaquín Sorolla, Emilia Pardo Bazán, c.1913 y el mismo autor retrató a don Benito Pérez Galdós, Casa-Museo Galdós en Las Palmas de Gran Canaria. Fuente de la imágenes: Wikipedia, dominio público.
Figura 6. Campaña de Peta contra el uso de las pieles, 1990. Fuente de la imagen:http://citizensluts.com/id-rather-go-naked-than-wear-fur-2/
Figura 7. Masaccio, La expulsión de Adán y Eva del paraíso, 1426-1428, alterado en 1680 con el añadido de las hojas y restaurado en 1980. Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público.
Figura 8. La femme du sans-culotte, estampa, Museo Carnavalet, c.1792. Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público
Figura 9. Detalle de Sans-culottes en armes, gouache de Jean-Baptiste Lesueur, 1793-1794, Museo Carnavalet.Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público.
Figura 10. Mujer de una tribu de Etiopía con escarificaciones en el pecho y el brazo izquierdo, expansiones en los lóbulos y plato labial. Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público.
Figura 11. Francisco de Zurbarán, Santa Casilda, c. 1635, Museo Thyssen de Madrid. Fuente de la imagen: Wikipedia, dominio público.
Figura 12. Portada de la revista francesa Les Modes de febrero de 1935. Fuente de la imagen: https://gallica.bnf.fr


martes, 16 de septiembre de 2025

¡BIENVENIDOS AL CURSO 2025-26!



Banksy, Girl with a red balloon. Fuente de la imagen: http://culturainquieta.com/es/inspiring/item/12215-banksy-parece-que-al-fin-se-ha-descubierto-su-identidad.html

Bienvenidos al curso 2025-26 y en concreto a las materias Historia de la Fotografía, Historia de la Imagen Audiovisual y Multimedia, Historia de la Imagen Publicitaria e Historia de la Indumentaria.
Nos enfrentamos a un nuevo curso muy complejo, lleno de retos, ilusiones y esperanzas, que ojalá,  sean  fructíferas. 



Para cualquier consulta, duda y sugerencia podéis escribirme a mi dirección de correo electrónico agalvan@eagrancanaria.com

martes, 20 de mayo de 2025

TERESA CABARRÚS, MADAME TALLIEN, NOTRE-DAME DE THERMIDOR



La ciudadana Tallien en una celda de la prisión de la Force, Jean-Louis Laneveuille, 1796. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Entre las figuras femeninas vinculadas a la Revolución francesa encontramos a la madrileña de Carabanchel, Teresa Cabarrús.
Teresa Cabarrús forma parte de las españolas eminentes que han pasado por nuestra historia de puntillas y que son poco conocidas, siendo más valoradas más allá de nuestras fronteras, por ejemplo, en Francia o en Bélgica.

Francisco Cabarrús retratado por Goya, 1788, Banco de España. Aparece impecablemente vestido con su casaca, su calzón, sus medias de seda,  sus zapatos con brillantes hebillas y el tricornio bajo el brazo. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Nació en 1773 en el seno de una familia aristocrática de origen francés por parte de su padre Francisco Cabarrús. Él era un célebre masón de la época, político y emprendedor financiero que llegó a fundar el Banco de San Carlos, primer banco nacional español.
Tuvo el rango de Grande de España y fue retratado por Goya tal y como se conserva en la pinacoteca del Banco de España en Madrid.


Teresa Cabaurrús fue una de las mujeres más bellas y seductoras de su tiempo.
De jovencita marchó a Francia, concretamente a París, donde se casó con el Marqués de Fontenay.
Allí viviría buena parte de su vida, sin renunciar a sus orígenes españoles, convirtiéndose por azares del destino en una figura clave de la Revolución francesa.
Librepensadora, inteligente, frívola, valiente, generosa y divertida,  sus ideas avanzadas no evitaron que estuviera a punto de ser guillotina. 




Teresa Cabarrús retratada por el gran pintor neoclásico François Gérard, 1804, Château de Chimay. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Tuvo diez hijos, se divorció del marqués de Fontenay y se casó con el jacobino Jean-Lambert Tallien, el revolucionario artíficie del Terror en Burdeos. 
Nunca la estaremos lo suficientemente agradecidos por su papel crucial en la caída del "Incorruptible" Robespierre, a través de Tallien entre otros. 
Gracias a su labor en Burdeos muchas personas se salvaron de morir en la guillotina. De ahí le sobrevino el nombre de Notre-Dame de Thermidor o del Buen Socorro.
Teresa fue una de las pocas mujeres que intervinieron activamente en la política revolucionaria y que vivió lo suficiente, no solo para contarlo, sino para morir tranquilamente en la cama como princesa y rodeada de sus hijos.
Teresa Cabarrús tuvo suerte por su belleza, inteligencia y educación.

Conviene recordar, como ha subrayado la historiadora Carmen Iglesias, que en verdad, el único derecho que ganaron las mujeres con la Revolución francesa fue desde el punto de vista político: subir al cadalso en igualdad de condiciones que los hombres. 
El voto femeninio no se obtuvo en Francia hasta ¡1946!


A la importancia de la Cabarrús como "influencer" política, por llamarla de alguna manera, hay que unir su relevancia en el mundo de la moda. Y es que Teresa  se convirtió en la más genuina representante de las "merveilleuses" o "maravillosas" que es como se denominaban en la época a las mujeres icónicas de la moda de la época. Jugaron un papel preponderante en la sociedad francesa de finales del siglo XVIII: marcaban la moda no solo en el vestir, sino también en las costumbres, gustos y preferencias decorativas.
Teresa fue una de las protagonistas de esta explosión de vida que expresaba a través de la moda su personalidad.

           Une Incroyable et une Merveilleuse, H. Baron, Fuente de la imagen: Wikipedia.


Causaba sensación con sus vestidos de muselina, mojados y pegados al cuerpo -con los que era fácil coger una pulmonía-interpretada a la manera griega o romana. 
En una ocasión acudió a la ópera como Diana cazadora, con un hombro al descubierto, un carjac y una piel corta de tigre cubriendo su magnífico cuerpo.
En otras ocasiones llevaba generosos escotes, con aberturas de las faldas en los muslos...
El equivalente masculino de las "merveilleuses" eran los "increibles" que en España fueron llamados petimetretres o currutacos: se vestían de una forma exagerada, con pantalones muy ceñidos, cinturas estrechas, cuellos altísimos, etc.
En el fondo lo que se estaba viviendo era una  explosión de libertad y rebeldía frente al miedo y la uniformidad que había supuesto la Revolución francesa.

Teresa Cabarrús fue musa de muchos artistas. Tuvo la suerte de ser retratadas por los grandes de la época desde Gérard hasta el inconmensurable Jaques-Louis David.


Madame Tallien, Jacques-Louis David, fines siglo XVIII. Fuente de la imagen: Wikipedia.


Teresa Cabarrús interpretada como una figura de la antigua Grecia, estilo Directorio, pintor anónimo, escuela francesa. Fuente de la imagen: Wikipedia.


Fue célebre su "salon", centro de lo más granado de la sociedad del Directorio. 
Se divorció de Tallien en 1802. 
Su último matrimonio fue con el conde de Caraman en 1805, convirtiéndose en princesa de Chimay (sur de Bélgica). Su generosidad con los más desfavorecidos de Chimay fue proverbial.
Entre sus amistades se encontraba la escritora Madame de Staël o la futura emperatriz Josefina Bonaparte. 
Murió en 1835. 
Su vida de novela ha sido fuente de inspiración para películas -"Madame Tallien", Mario Caserini y Enrico Guazzoni; documentales  y novelas entre las que destacamos la excelente "La cinta roja" de Carmen Posadas (2008).


Para saber más

Documentales
*De la serie "Mujeres en la Historia" de RTVE.
*Del estupendo programa de la televisión francesa "Sécrets d´Histoire"  dedicado a "Les femmes de la Revolution".

viernes, 9 de mayo de 2025

LA MODA EN TIEMPOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA


                                   Chinelas francesas, c. 1789, Colección Guillen, Museo Internacional del Calzado, Romans.


1789: esa mítica fecha marcó el inicio de la Revolución francesa, los comienzos del mundo moderno con repercusiones profundas y distintas en toda Europa. 
La Revolución francesa fue uno de los acontecimientos más trascendentales, uno de los momentos estelares de la humanidad. Comenzó con ideales utópicos luminosos surgidos de la Ilustración, para continuar con años terribles de terror y violencia extrema que provocaron miles de asesinatos y, mutatis mutandis, que muchos revolucionarios murieran probando su propia medicina: la guillotina.


            La reina Maria Antonieta,  "Madame Déficit", vestida en grand habit con todo el lujo y esplendor del Ancien Régime.  Este retrato es obra de la gran pintora Elisabeth Vigée-Lebrun, 1780. Kunsthistoriches Museum, Viena.

No es nuestro objetivo valorar la trascendencia histórica de esta revolución sino su impacto en la indumentaria, que no es cuestión fútil sino diversa y profunda. Fue un medio de propaganda del nuevo régimen político.


La Moda como Símbolo Político

Desde los inicios de la Revolución francesa, la indumentaria se convirtió en una verdadera arma arrojadiza, jugando un rol vital en la identidad política de los ciudadanos franceses, ya fueran revolucionarios o realistas. 
La vestimenta presentaba más que nunca una función simbólica ya que a través de ella se reflejaba no solo el estatus económico y social de sus portadores sino también su significación política.
Las consecuencias podían ser impredecibles, pero a más de uno le costó ser pasado por la guillotina por utilizar indumentos aristocráticos, clericales o poco afines a la "moda revolucionaria".
Hasta los nombres de las prendas tenían connotaciones políticas: traje “a la Constitución”, “a la patriota”, etc. 


El Color de la Política

La moda pasó a tener tintes políticos, y nunca mejor dicho porque los colores adquirieron una importancia inusitada. 
Con la Toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, el gobierno de la ciudad de París decretó que todos los ciudadanos debían portar la escarapela tricolor (la cocarde)
El color rojo y azul eran los representativos de París y el blanco de la monarquía. Al parecer fue el general Lafayette el que sugerió el color blanco como símbolo de la monarquía.

¨Plantando el árbol de la libertad", E. Le Sueur, 1792. Museo Carnavalet, París. Las mujeres patrióticas en esta fiesta revolucionaria levaban vestidos-camisas blancos simbolizando la pureza de una nueva época. En la era revolucionaria se plantaron 60.000 árboles, la mayoría robles.


Portaban esos colores en cuellos, guantes, sombreros y gorros, vestidos, zapatos, bandas o tahalís... El color blanco de fondo dominaba en la indumentaria femenina y el negro en la masculina.

Prohibiciones en la Revolución

Los nuevos gobiernos revolucionarios dictaban la moda en función de un nuevo orden social, político y económico basado en la igualdad y fraternidad más que en los privilegios, aunque anularan así, la libertad de cada uno de vestir como quisiera.



Cuando la moda de 1793 se encuentra con la moda de 1778: ¡Qué antigüedad! dicen unos, ¡Qué locura! responden los otros. Fuente de la imagen: http://histoire-du-costume.blogspot.com

Así las cosas, la moda rococó, aristocrática y frívola, muy Ancien Régime, fue vista como un mal a combatir, de ahí que durante la Revolución fueron prohibidos: 
*los corsés (por dañinos para la salud)
*los encajes
*las pelucas 
*las joyas
*Los tejidos más exquisitos como sedas, tafetanes o terciopelos.

Estas prohibiciones estuvieron vigentes hasta la aparición del Imperio francés de Napoleón Bonaparte (1804) ligado al surgimiento de la moda neoclásica Imperio. 

Los Sans-culottes y el Sansculottismo

Se ha señalado que con la Revolución francesa se desató una verdadera histeria colectiva por primera vez en la historia sobre el uso identitario de indumentos políticos. El ciudadano reemplazó al individuo.
La importancia de la moda en esta etapa se aprecia hasta en el nombre de los revolucionarios por antonomasia: los sans-culottes, literalmente, los que no llevan calzones. En realidad, lo que portaban eran pantalones de rayas, abandonando los exquisitos culottes aristocráticos masculinos, habituales en buena parte del siglo XVIII, por cierto, nada que ver con los ridículos rhingraves, característicos del siglo XVII francés.
Los sans-culottes representaban al Tercer Estado o pueblo llano. Se oponían a los aristócratas y realistas en todo: en su forma de vestir, vocabulario, ideología…
Es lo que se ha denominado como sans-culottismo, la moda patriótica y revolucionaria que se refleja en la indumentaria, la música, la cocina, el humor, la forma de hablar y hasta en la decoración.
Fueron el ala extrema de los ya de por sí extremistas jacobinos y los "verdaderos patriotas".


El actor Chenard caracterizado como un sans-culotte en este cuadro de L.L. Boilly, 1792. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Las prendas que portaban los sans-culottes eran las siguientes:


                                                    Fuente de la imagen: sites.google.com

*El Gorro Frigio



El revolucionario gorro frigio característico de la Revolución francesa, Museo de Bellas Artes de Boston. Este tipo de prenda se llevó sobre todo en los inicios de la revolución. A la derecha podemos contemplar botones de bronce con miniaturas pintadas, c. 1792-93. Este tipo de botones con sus emblemas revolucionarios permitán identificar politicamente a su portador, colección de Lillian Williams, Nueva York y París.


Supuestamente, el origen del gorro frigio se encuentra en la región de Frigia, Asia Menor, en la actual Turquía. En el arte griego del periodo helenístico aparece como atuendo característico de los orientales. Es uno de los atributos del dios Mitra o Mithras, en el culto de posible origen iranio conocido como mitraísmo. En época romana, el gorro frigio (llamado pileus) era el distintivo de los libertos. 
Fue utilizado también simbólicamente por los asesinos de Julio César. Tal vez por esta razón, durante la Independencia de Estados Unidos y la Revolución francesa fue adoptado como símbolo de la libertad.
El siglo XIX, el gorro frigio se consagra definitivamente como símbolo internacional de la libertad y el republicanismo. Lo lleva la alegoría de la Libertad que aparece guiando al pueblo en el conocido cuadro de Eugène Delacroix, de 1830. Marianne, personificación de la República Francesa, está tocada también con un gorro frigio. Durante los siglos XIX y XX ha sido utilizado como símbolo en varias repúblicas.

*La Carmagnole o Carmañola (en español)

Era un tipo de chaqueta con botones metálicos que se llevaba con un chaleco de rayas de varios colores. Se cree que su origen era una vestimenta campesina de origen piamontés. Hubo una canción revolucionaria de la época que se llamaba "Carmagnola".



Maqueta de la Bastilla llevado por sans-culottes, E. Le Sueur, 1792, Museo Carnavalet de París

*Los Pantalones, habitualmente de rayas.

*Zapatos sencillos o Zuecos.

Cuando Robespierre fue guillotinado (en 1794) los sans-culottes perdieron el poder.


                Figura alegórica de la Revolución francesa. Fuente de la imagen: world4.eu

Junto a los sans-culottes no podemos olvidarnos de las temibles tricoteuses jacobinas. Vestián muy sencillas y siempre con símbolos revolucionarios. Tejían sin parar mientras asistían a los ajusticiamientos políticos revolucionarios.

Les tricoteuses jacobines, Pierre-Etienne Lesueur, 1789-1799, Museo Carnavalet, París. Fuente de la imagen: https://les8petites8mains.blogspot.com

¿Revolucionarios y Dandis?


Los sans-culottes eran los revolucionarios de las clases populares. Pero los verdaderos ideólogos de la revolución eran burgueses ilustrados como los Saint Just, Danton, Marat, Robespierre o Camille Desmoulins. 
Su  indumentaria no podía ser, en algunos casos, más a la moda, moda revolucionaria bien entendido: sin las exuberancias decorativas del rococó, más sencilla, y de clara influencia británica. Conviene recordar que desde mediados del siglo XVIII se vivió una auténtica anglomanía en la moda masculina francesa.



     Ejemplo de indumentaria de un ciudadano francés patriota y revolucionario, c. 1789-93, Museo de las Artes de la Moda, París, Colección U.F.A.C.

La indumentaria de los ciudadanos en tiempos de la revolución consistía en un redingote -una especie de casaca, de algodón y lino tejido a rayas tricolores; un chaleco de rayas y calzones (en la imagen de negro satén). Las medias también tricolores y zapatos negros con hebillas sencillas.
En ocasiones llevaban sombreros bicornios con plumas tricolores.


                Retrato de Robespierre de autor desconocido, c. 1792, Museo Carnavalet, París.

El caso más paradójico es el del "Incorruptible" Maximilian Robespierre, lider de los jacobinos, una de las figuras más carismáticas y sanguinarias del proceso revolucionario, particularmente de la etapa del Terror (1792-94). Fue todo un dandi, siempre impecablemente vestido. En esta imagen va vestido con un elegante habit à la anglaise.
Danton, otro líder de la Convención, también era muy elegante.
Por cierto, todos los anteriormente citados murieron guillotinados en la Revolución, menos Marat que fue asesinado por Charlotte Corday.

FUENTES DE DOCUMENTACIÓN

*Bosan, Marie-Josèph, El arte del zapato, Edimat Libreros, Madrid, 2008.
*Galeano Pérez, A., Atlas ilustrado. El peinado, historia y presente, Madrid, Ed. Susaeta,
*Laver, J., Breve historia del traje y la moda, Madrid, Cátedra, 1988.
*Rudé, George, La Europa revolucionaria. 1783-1815, Historia de Europa Siglo XXI, Madrid, 1985.
*VVAA, Moda. Historia y Estilos, DK, 2012.
*VVAA, The Age of Napoleon. Costume from Revolution to Empire, 1789-1815, MET, New York, 1989.

RECURSOS WEB

VIDEO EDUCATIVO SOBRE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN 14 MINUTOS



PELÍCULAS AMBIENTADAS EN LA REVOLUCIÓN FRANCESA


Entre las  películas  recomendables sobre la Revolución francesa podemos destacar "Historia de una revolución" (Robert Enrico y Richard T. Heffron, 1989). 
Es un film apasionante desde todos los puntos de vista:  en la narración de los hechos históricos, los actores, la ambientación y la moda, etc. 
Se puede ver en Youtube dividida en dos episodios:
Les Années Lumière



Les Années Terribles





Otra de mis películas favoritas sobre esta etapa, aparte de la "Maria Antonieta" de Sofia Coppola (2006), impresionante en el capítulo de la moda de la época prerrevolucionaria, es "La Inglesa y el Duque" del siempre genial Éric Rohmer (2001): me encantan los decorados pintados, la trama, la indumentaria, etc.




Y aunque nos salimos de la cronología de la Francia revolucionaria, no está de más aludir a la excelente miniserie sobre "Napoleón" (Yves Simoneau, 2002), absolutamente recomendable.


martes, 29 de abril de 2025

EXPOSICIÓN "FRIVOLITÉ, INDUMENTARIA DEL SIGLO XVIII" EN EL MUSEO SAN TELMO DE SAN SEBASTIÁN


 
"No es agradable ver una mujer cortada en dos como una avispa: eso choca a la vista y hace sufrir a la imaginación. La finura del talle tiene, como todo lo demás, sus proporciones, su medida (…) Cuanto constriñe y molesta a la naturaleza es de mal gusto".

Jean-Jacques Rousseau, "Émile ou De l´éducation", 1762.

En pleno casco histórico de la bellísima ciudad de San Sebastián -en vasco Donostia o Donosti-, antiguamente conocida como la "Bella Easo", se encuentra el Museo de San Telmo.





En este museo, en el verano del año 2014, pudimos contemplar una apasionante exposición sobre indumentaria del siglo XVIII con fondos pertenecientes a la colección de este centro artístico.





La muestra plantea un completo recorrido por la indumentaria aristocrática del Siglo de las Luces, estructurada en varios apartados, muy bien documentados y con tejidos y bordados de excelente calidad. Es la primera vez que se exponen en el museo. 
Gran parte de los fondos proceden de la donación de la esposa del pintor Santiago Arcos (Santiago de Chile 1852-San Sebastián 1912).
También podemos encontrar en esta muestra, cuadros, grabados y publicaciones alusivas a la moda y al arte dieciochesco.

Charles Le Brun, Entrevue de Louis XIV Roy de France e de Navarre et de Philippe IV Roy d´Espagne dans l´isle des faisans, 1728. En esta estampa todavía vemos las pervivencias tardobarrocas en la indumentaria, donde se aprecia la diferencia entre la moda francesa y la española.

Grabados del siglo XVIII procedentes de los fondos del museo San Telmo.

Casaca de seda verde clara, con motivos decorativos florales en rojo y verde e hilo metálico. Presenta diez botones grandes de adorno, forrados en hilo de oro y cierre real con corchetes. El calzón está confeccionado con el mismo tejido que la casaca. Lleva cierre de trampa.

"Vestido a la inglesa" de seda rosa con adornos fitomorfos. Largo y abierto por delante, deja ver el brial interior. El cuerpo va armado con ballenas y presenta escote redondeado adornado con encaje. No presenta tontillo sino una especie de almohadilla rellena. 
Abanico y cajita de carey y plata para rapé.

Chupa masculina en satén de seda color marfil forrada en lino con bordados de motivos fitomorfos y cuello de pie. Presenta bolsillos con tapilla. 



Casacas
Casaca de terciopelo de seda labrada con finas rayas alternas en tonos crudos, beige y granate y forrada de lino. Luce botones redondos planos con alma de madera en delantero, bolsillos, espalda y puños.


Calzón de seda en tono hueso forrado de lino. Lleva bragueta con cierre de dos botones. Junto con la chupa y la casaca formaba el terno habitual en el modo de vestir del siglo XVIII. A la derecha, otro calzón masculino, en este caso de color beige forrado de lino. Presenta amplia pretina con botones forrados y cierre de trampa. El calzón se mantuvo a lo largo del siglo XIX, llegando a convivir con el pantalón largo, que adoptó con frecuencia el sistema de cierre de trampa. El cierre de trampa perduró en la indumentaria popular hasta el siglo XX.
Los calzones evolucionaron poco a lo largo de los siglos, pero en el caso de España, cuando los sastres cambiaron la portañuela que cerraba la delantera del calzón por una bragueta más cómoda, los moralistas se indignaron ante tal indecencia y la Inquisición la prohibió. Llegó a permitirse su uso solo a los verdugos. Con el tiempo, la bragueta acabó imponiéndose.


Casaca femenina. Las casacas o caracos se acompañaban de faldas que podían ser de distinto tejido.
Jubón o pirro. Así se llamaba en la España del siglo XVIII a este tipo de cuerpo femenino. Era una prenda de utilización diaria y cercana a la indumentaria popular aunque su uso se extendió entre la aristocracia. Solía ir acompañada de una saya, habitualmente confeccionada con otro tejido. Este tipo de combinación se mantuvo en el siglo XIX en la indumentaria popular. En este ejemplo es un jubón de seda rosa con bordados florales en tonos azul, verde, rosa y crudo.


En primer término, "vestido a la francesa" en seda con aplicaciones metálicas de lentejuelas, tachuelas, cristales… La abertura frontal inferior deja ver una falda interior llamada brial. Partiendo del escote trasero, los pliegues se abren hasta el bajo del vestido a modo de cola.


Vestido de cóctel en gros de Nápoles azul turquesa del diseñador vasco Cristóbal Balenciaga (1936). Es un ejemplo espectacular de la influencia de la moda rococó en este gran diseñador de la Alta Costura.



Chal neoclásico en lampás de seda. Presenta motivos florales y luce el perímetro ornamentado con galón dorado.



Delantal de tafetán de seda rosa con motivos decorativos florales bordados en seda.
Durante el siglo XVIII el delantal se incorporó al vestuario de las mujeres más acaudaladas con un fin meramente ornamental. Llegaron a ser verdaderas obras de arte y se realizaban con todo lujo de materiales y riquísimos bordados. Predominaban los motivos decorativos de carácter vegetal.



Esta almohadilla -que se empleaba como alternativa al tontillo (panier) o al miriñaque- consistía en dos armazones iguales de varillas arqueadas. Podía estar realizada en distintos tejidos. Presenta cintas ataderas para su correcta colocación en la cintura.



Cotilla o corsé de seda amarilla con motivos decorativos florales azules. El escote es recto y está emballenado y forrado con lino. Recordemos que las barbas de las ballenas se convirtieron en el material más apreciado para la confección de los corsés ya que eran flexibles, resistentes y duraderas. Las mujeres los usaban desde su infancia, tanto de noche como de día, a pesar de que los médicos o filósofos como Rousseau criticaban su uso en vano.


Camisa infantil en tafetán de seda rosa. Presenta canesú y escote redondo. Es de forma acampanada y las mangas son anchas y sin cierre en el puño.
Hacia finales del siglo XVIII no existía todavía el concepto de "ropa infantil". Se han conservado pocos ejemplos de este tipo de indumentaria del siglo XVIII.
Gracias a la influencia roussoniana empieza a valorarse la idea de crear vestidos prácticos y cómodos. Serían los ingleses los que preconizarían la confección de vestidos racionales y adecuados al cuerpo de los niños, evitando así, formas opresivas.


Túnicas dalmáticas. Las dalmáticas eran un tipo de vestidura litúrgica que utilizaban los diáconos en celebraciones solemnes. En este caso vemos varias dalmáticas de seda decoradas con motivos florales en diferentes colores y galones dorados de adorno. Al fondo a la izquierda, una capa pluvial.


Capa pluvial. Es un tipo de indumento que se utilizaba en las procesiones para resguardarse de la lluvia.



PARA SABER MÁS:



Audiovisual explicativo sobre la restauración de las piezas expuestas en la exposición

Fuentes documentales de los textos: paneles explicativos de la exposición y elaboración propia.
Fotografías: Ana Galván