Descripción del blog


Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

martes, 8 de febrero de 2022

TAMARA DE LEMPICKA, ICONO DEL ART DÉCO (DEL TEMA 6. FUNDAMENTOS DEL ARTE II)


Autorretrato en Bugatti verde, Tamara de Lempicka, 1929, Colección privada. 
¡Saludos!

Si hay una pintora que podemos considerar como epítome del Art Déco, ésa es sin duda María Górska, más conocida como Tamara DE LEMPICKA. 
Transgresora, independiente y moderna, es la pintora del estilo Art Déco por antonomasia, un compendio del espíritu de esa época. 
Nació en el seno de una familia adinerada en Varsovia (Polonia) en 1898 que, a la sazón, era una ciudad perteneciente al Imperio ruso. Su padre abandonó a la familia cuando era pequeña y será criada por una abuela y su tía. Estudió en Suiza. Vivió en San Petersburgo (Rusia) y allí se casó muy joven con un abogado ruso, Tadeusz Lempicka, de quien tomaría el apellido. 


        Tamara de Lempicka posando a lo Greta Garbo, actriz con la que guarda un cierto parecido.


Tamara de Lempicka fotografiada  en 1928. 

Desde niña sintió fascinación por el arte y el lujo. Le encantaban las joyas, particularmente las esmeraldas, los diamantes y los rubíes. Artista cosmopolita y viajera, vivió en Polonia, Rusia, Francia, Estados Unidos y Méjico. En Méjico pasó sus últimos años y allí murió en 1980.
Cuando estalló la revolución bolchevique en 1917 huyó con su marido a París donde viviría una vida mundana, de fiestas y excesos, pero donde también se convertiría en la retratista de las celebridades de la época. 
En 1926 se divorció de su primer marido. Viajó en numerosas ocasiones a Italia y allí fue amiga del decadente esteta italiano, el escritor Gabriele D´Annunzio. 
A pesar de su aparente vida glamurosa, sufrió intensas depresiones que no le daban tregua.


Lempicka fotografiada pintando a su marido, c. 1930. Foto: Therese Bonney / AKG-IMAGES / East News. 


           A Tamara de Lempicka le encantaba el lujo y las joyas y posaba en las fotos como una estrella de cine.



                  Casa déco de Tamara de Lempicka en París, en la calle Guy de Maupassant.




Estudio de Tamara de Lempicka en  la calle Mechain de París. Copyright of image by Studio Piaz

Esta fascinante artista, que tuvo una vida de película, fue adorada y despreciada a partes iguales, pues para algunos vanguardistas “bienpensantes” representaba el paradigma de lo kitsch o un personaje esteticista de otra época. Recordemos que la vanguardia “seria” consideraba que el Déco era una reminiscencia del arte del siglo XIX, como algo anticuado aunque, en verdad, fuera todo lo contrario. Ella y su arte eran considerados como la esencia de la frivolidad. Su pasión por la belleza y el lujo no casaban con los artistas de vanguardia comme il faut. Aunque no la faltó trabajo como retratista de las elites aristocráticas, en el mundo del arte siempre fue una especie de outsider, no siendo aceptada en general, ni por su colegas pintores ni por los críticos de arte.
Su objetivo como pintora no era copiar la realidad sino crear un nuevo estilo, brillante y de colores luminosos donde predominara la elegancia de las figuras representadas. Y es que Lempicka se especializó en retratos de mujeres déco, con fondos arquitectónicos de rascacielos de ese estilo, muy abundantes en sus cuadros. 
En sus obras retrata el nuevo paradigma de la mujer de los años 20 y 30, mujeres que pretenden ser emancipadas, que fuman, conducen su propio coche, adoptan una indumentaria un tanto andrógina, con cabello bob o a lo garçon, hacen deporte,  viajan y disfrutan de la vida... 
Muchos retratos de líneas netas y pulidas son desnudos y en ocasiones, muestra abiertamente escenas de homosexualidad femenina. 
Los cuerpos que pinta suelen ser muy escultóricos, con formas rotundas, como si fueran estatuas clásicas pero sin estar basadas en las proporciones perfectas del canon griego. 
Las miradas de los retratados suelen ser melancólicas, tristes o pensativas. Consideraba que se autorretrataba en todas sus obras.
Sus referentes estéticos son muy variados: oscilan entre la pintura italiana del Renacimiento –en especial adoraba la obra de Bronzino-, las conexiones con las odaliscas rotundas  del neoclásico francés Jean-Auguste-Dominique INGRES –deliberadas o no-, y sobre todo el influjo del Cubismo.


Gertrude Stein
, la célebre escritora y coleccionista de arte y estadounidense retratada por PICASSO en 1906. Museo MET de Nueva York. Fuente de la imagen: MET




Madre e hijo representadas por PICASSO en 1921. Fuente de la imagen:
https://es.pinterest.com/pin/137782069822180231/

Las líneas depuradas, facetadas y geométricas que dominan su obra también nos remiten a PICASSO, y no solo al cubista, sino también al más “clásico” de la “vuelta al orden” de los años 20. 
Entre sus profesores en París destacan André Derain y el neocubista André LOTHE (1885-1962). Sin duda Lothe es el que más profundamente marcó su obra pictórica y de él asimiló un cubismo “blando”. Según Alain Blondel, Lempicka consiguió un proceso de síntesis sorprendente y único en sus obras entre el arte renacentista y el neocubista. 


Asimismo, hay ciertas concomitancias entre Lempicka con el realismo mágico y los pintores alemanes de la Nueva Objetividad, en particular con Christian SCHAD. Los retratos de Schad como el del aristócrata Graf St-Genois d'Anneaucourt,  epitomizan el glamour decadente de la época de la República de Weimar (1919-1933).



María y Annunziata "del puerto", Christian SCHAD, 1923, Museo Thyssen, Madrid. Fuente de la imagen: Museo Thyssen.


     La estética del cuadro Doble 47 de Tamara de Lempicka, c.1924 nos recuerda en este caso al realismo soviético.

Sus pinturas parecen imágenes de revistas de moda. Concede mucha importancia a la pose, la vestimenta, incluso el maquillaje. Incluso ella misma posaba como si fuera una estrella de cine, siempre sofisticada, siempre elegante y a la última. De hecho la llegaron a comparar con la mítica Greta Garbo con la que guardaba un cierto parecido.
Su etapa dorada como pintora coincide plenamente con el período déco, fundamentalmente en la década de los años 25 al 35. 
Se casó dos veces –la segunda en 1934- y tuvo una hija, Kizette, a la que retrató con frecuencia en cuadros que están entre lo mejor de su producción. 
En los años 40 se estableció en Estados Unidos con su segundo y millonario marido e inició allí una etapa abstracta intentando formar parte de la pintura americana con escaso éxito.
Las celebridades hollywoodenses adoran los cuadros de Tamara de Lempicka. Es frecuente que el estilo déco o neodéco decora muchas de sus mansiones. Por eso no es extraño que  la actual y  principal coleccionista de las obras de Lempicka sea Madonna y también, aunque en menor medida, el actor Jack Nicholson y la cantante Barbra Streisand. 

Entre sus pinturas podemos destacar: 

*Su Autorretrato en un Bugatti verde, 1929 (es la imagen del inicio de este artículo)  es su cuadro posiblemente más conocido. En ella se representa como una mujer moderna y distinguida, llevando guantes y un sombrero muy ajustado tipo cloche. Aparece conduciendo un coche deportivo Bugatti–que nunca tuvo- sugiriendo la idea de velocidad y las máquinas, temas que fascinaban a los artistas de vanguardia, en especial a los vinculados con el futurismo italiano. Capta, como en una fotografía, un momento exacto. Esta pintura fue un encargo para la portada de una publicación alemana llamada Die Dame especializada en promover la imagen de una mujer moderna. Por eso es una obra que está a caballo entre las bellas artes y el diseño gráfico y de moda. El maquillaje también es muy déco.

*La Duquesa de la Salle (1925) es un retrato maravilloso que muestra a una mujer andrógina, que viste un tuxedo de corte masculino. Las referencias arquitectónicas no faltan en el fondo del cuadro.



           La Duquesa de la Salle, Tamara de Lempicka,  1925.


              Retrato del Conde de Afflito, Tamara de Lempicka, 1925.


        Dos mujeres con sombrero cloche. Tamara de Lempicka, 1925. 


Kizette en el balcón, 1927. 

*En La bella Rafaela, de 1927, se han observado reminiscencias del tenebrismo de Caravaggio con su énfasis en el juego entre luces y sombras. Pero en esta obra el foco se ha centrado en el cuerpo escultural de la mujer representada.



La bella Rafaella, 1927.


*El más ávido coleccionista de las obras de Tamara de Lempicka fue el doctor Boucard al que retrató con apariencia de espía de película en 1929. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial tangencialmente se vió envuelto en actividades de espionaje. Su yate fue utilizado por la Resistencia francesa para transportar municiones y andando el tiempo lo adquirió el magnate griego Aristóteles Onasis. En este cuadro, el famoso baceteriólogo aparece con los simbólicos tubo de ensayo y microscopio para que no nos quede duda de su filiación laboral. Como ganó mucho dinero con sus investigaciones médicas pudo adquirir retratos de Lempicka. Este retrato nos transmite una imagen muy glamurosa del doctor, muy lejana al trabajo real de un científico. Esta pintora también retrató a la esposa e hija de Boucard.


Retrato del doctor Boucard, 1928.

*La música (1929) es una bella alegoría sobre este arte. Es representada como una elegante mujer de pelo oscuro, absorbida en su interpretación musical. Recordemos que las referencias a la música fueron muy habituales en la pintura cubista de inicios del siglo XX.



La música, Tamara de Lempicka, 1929


St. Moritz, Tamara de Lempicka, 1929. 



Rascacielos, Tamara de Lempicka, c. 1929. 


Retrato de Mrs. Allan Bott, Tamara de Lempicka 1930. 


Joven con guantes, Tamara de Lempicka, 1930.


Fuente de las imágenes de los  cuadros de Tamara de Lempicka de este artículo: http://www.delempicka.org

Más información en:
La web oficial y completísima sobre Tamara de Lempicka y en la web theartstory.


lunes, 23 de agosto de 2021

VILLA QUIJANO, EL "CAPRICHO" DE GAUDÍ EN COMILLAS

 

                                                           El Capricho de Gaudí en Comillas

La villa cántabra de Comillas, antiguo pueblo de pescadores, fue hasta el siglo XVIII uno de los principales puertos balleneros de España. 





En el siglo XIX Comillas se transformó radicalmente gracias al descubrimiento del mineral de zinc, en las proximidades de esta localidad, así como por la impronta que dejaron en la vida económica, cultural y social de esta villa sus indianos. Recordemos que los indianos eran los españoles que emigraron a América buscando hacer fortuna y volvían, por lo general, enriquecidos.  

El más célebre de todos fue el emprendedor comillano Antonio López y López (1817-1883), ennoblecido por su amigo el rey Alfonso XII con el titulo  de marqués de Comillas. Amasó una ingente fortuna fruto de sus múltiples negocios en Cuba y Filipinas.

La arquitectura indiana, muy habitual en el norte de España,  se caracteriza por hacer hincapié en la riqueza y suntuosidad, con una cierta pretenciosidad de nouveau riche. No suele faltar en los jardines de las casas indianas alguna palmera. 

El marqués de Comillas mandó construir un soberbio y suntuoso palacio neogótico llamado Sobrellano, construido entre 1882 y 1888 colindante con una capilla/panteón realizada por el maestro de Gaudí, el arquitecto historicista catalán Joan Martorell. Esta capilla cuenta con muebles diseñados por Gaudí.


Palacio de Sobrellano, Comillas. Fue el primer edificio español en utilizar la luz eléctrica. Ya en 1881 se había instalado el alumbramiento público en Comillas, el primero de España.

Palacio de Sobrellano, Comillas

Entrada al Palacio de Sobrellano de Comillas

                                  
                                                Fachada lateral del Palacio de Sobrellano


Y también en Comillas, el marqués patrocinó la Universidad Pontificia, dirigida por la Compañía de Jesús. Es un paradigmático edificio historicista fin de siglo con referencias, también, al Modernismo. Fue proyectada por Joan Martorell y decorada por Domènech i Montaner. Hoy es  el Centro Universitario CIESE-Comillas.


Puerta de entrada al recinto de la la Universidad de Comillas

                                                                La Universidad de Comillas

La puerta de bronce fue diseñada por Domenech i Montaner.

Vista de Comillas desde su universidad


Hoy en día, Comillas, gracias a la espectacularidad de sus playas, paisajes y arquitectura, junto a su clima y gastronomía, se ha convertido en uno de los enclaves turísticos más apreciados del norte español, especialmente en verano.

Uno de los monumentos más emblemáticos de Comillas es la Villa Quijano, más conocida popularmente como el Capricho.

El proyecto de esta villa fue encomendado a un joven arquitecto catalán, Antonio Gaudí,  gran amigo de su mecenas Eusebi Güell, yerno del marqués de Comillas.


El Capricho es, sin duda, una de las construcciones más conocidas y singulares de Antonio Gaudí. Fue una de sus primeras obras, la inició en 1883,  en paralelo a la Casa Vicens de Barcelona con la que guarda ciertas concomitancias. La diseñó desde Barcelona. La supervisión de las obras corrió a cargo del arquitecto Cristóbal Cascante.

Fue terminada en 1885 y restaurada en 1988.




El comitente fue un adinerado abogado indiano, Máximo Díaz de Quijano, concuñado del marqués de Comillas. Aficionado a la música y la botánica, quiso tener en su localidad natal una villa de recreo que fuera una especie de retrato arquitectónico de sus gustos y de su personalidad. Así, la denominación del Capricho vendría dada por su similitud con ese género musical dada su fantasía y originalidad.


                                        Fuente de la imagen: civitatis.com


El Capricho es un edificio ecléctico y simbólico, un juego estético, con influencias orientales, góticas, y mudéjares
La entrada monumental, como todo el edificio, claramente pensado para epatar y maravillar al espectador, es un pórtico provisto de cuatro columnas de piedra con capiteles figurativos: alondras y ramos de palmitos.
Este pórtico sostiene la torre-mirador, que nos retrotrae a los alminares o minaretes de las mezquitas islámicas. Es el único lugar de toda la vivienda desde el que se puede contemplar el mar.


                                                            Fuente de la imagen: planetadunia.com


Los jardines del Capricho presentan  forma de herradura para permitir la circulación de los carruajes.


Fuente de la imagen: civitatis.com

Sorprende la riqueza del colorido (verdes, azules, amarillos) y la ornamentación de este edificio, de inspiración musical y vegetal: los barrotes de hierro forjado en forma de clave de sol de la torre-mirador, los azulejos con formas de hojas y girasoles, etc.





Gaudí concibió la casa en función del sol: ubicó las habitaciones privadas al sur (dormitorio principal e invernadero), para así proteger la vivienda de los vientos húmedos y fríos del norte.







Esta villa presenta planta en forma de U, articulada en torno al invernadero, eje central del edificio. Esta estancia actúa como regulador térmico de la casa. Debía albergar además, plantas exóticas procedentes de América.
Las diversas estancias se distribuyen a su alrededor a través de un amplio pasillo o corridor que me recordó vagamente a las girolas o deambulatorios de las iglesias medievales. Esta casa está pensada para un burgués soltero -Quijano- y por ello solo hay un dormitorio principal. El resto de las estancias están destinadas a actividades sociales de ocio.

                                                                
                                                               Fuente de la imagen: dosde.com

                                                                    Detalle del invernadero

En El Capricho todo está pensado hasta el último detalle: es arte total.








Las ventanas, de diseño muy vertical,  son de doble hoja y de guillotina.



Las vidrieras fusionan la inspiración naturalista con la música: una libélula tocando la guitarra y un gorrión, el órgano.




Los techos son de artesonado de inspiración mudéjar.




Los muebles son característicos del Gaudí modernista.






Las chimeneas muestran decoración de azulejos modernistas y florales. Combinan tres materiales que apasionaban a Gaudí: cerámica, madera y hierro forjado.




Una de las genialidades de esta vivienda son los bancos-barandillas de hierro forjado.




Aparte del Capricho, se atribuye a Gaudí el diseño de la llamada Puerta de los Pájaros (aunque lo realizó el arquitecto Bardier basándose en él). Es la entrada a la villa de Moro de Comillas (c.1905). Presenta tres vanos: el mayor para coches, el mediano para personas y el pequeño para los pájaros. 






Bibliografía

VVAA (2019). Villa Quijano. El Capricho. Barcelona: Dosde.

Fotografías: Ana Galván, exceptuando aquellas que indiquen otra fuente documental.