Descripción del blog


Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

Mostrando entradas con la etiqueta ACTIVIDADES FdA I. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ACTIVIDADES FdA I. Mostrar todas las entradas

martes, 11 de octubre de 2016

ACTIVIDAD INICIAL AL ARTE DEL ANTIGUO EGIPTO (I). FUNDAMENTOS DEL ARTE I

¡Saludos!
Después del visionado de este video, contestad a las siguientes preguntas:





1. ¿Por qué es un hito en la Historia del Arte la civilización egipcia?
2. Explica en qué sentido el arte egipcio era práctico, utilitario y simbólico.
3.Tipologías arquitectónicas.
4. ¿Qué quiere decir "muros en talud"?
5. Ejemplos de pirámides. ¿Cuáles son sus antecedentes?  ¿Son el equivalente a los zigurats mesopotámicos?
6. ¿Qué es un hipogeo?
7. Los templos reflejan el poder de...
8. Karnak y Luxor son ejemplos de...
9. Sinónimo de "naos".
10. ¿Por qué la arquitectura templaria egipcia privilegia los espacios en penumbra?
11.¿Qué quiere decir la expresión "colosalismo constructivo"?
12. Los capiteles egipcios pueden ser...
13. La escultura y pintura egipcia responden a una "estética ideográfica". Explica este concepto.
14. Sinónimo de "hieratismo" y "hierático".
15. ¿Cómo definirías el concepto de "canon" egipcio?
16. En arte, "convencionalismo" es sinónimo de...
17. ¿Con qué otra civilización ha sido comparada la serenidad y belleza egipcia?
18. Cita varios convencionalismos de la pintura y escultura del antiguo Egipto.
19.Diferencias de policromía entre los hombres y las mujeres.
20.¿Qué hay de paradójico en el arte del antiguo Egipto? Arte oficial versus un arte....

jueves, 6 de octubre de 2016

ACTIVIDAD "COMENTARIO DE TEXTO SOBRE MESOPOTAMIA". FUNDAMENTOS DEL ARTE I, TEMA 2

El superintendente de Mari, Ebih-il, c. 2400, Museo del Louvre. Fuente de la imagen: louvre.fr

Lee detenidamente este texto de E. Gombrich sobre la civilización mesopotámica de su libro Breve historia del tiempo. A continuación contesta el cuestionario sobre el mismo.

“ La semana tiene siete días. Se llaman..., ¡bueno, eso ya lo sabes! Pero, probablemente, no sabrás desde cuándo los días no van pasando uno tras otro, sin nombre ni orden, como pasaban para los hombres primitivos. Ni quién los reunió en semanas y les dio su nombre a cada uno. Eso no ocurrió en Egipto, sino en otro país donde también hacía calor. Y, en vez de un río, el Nilo, había incluso dos: el Éufrates y el Tigris. Por eso, aquel país se llama el país de los dos ríos. Y, como la tierra que merece la pena se extiende entre las dos corrientes, se le llama también país entre ríos, o con una palabra griega, Mesopotamia. Esta Mesopotamia no se halla en África, sino en Asia, pero no demasiado lejos de nuestra zona. Está situada en el Próximo Oriente. Los dos ríos, el Éufrates y el Tigris, desembocan en el golfo Pérsico.

Tienes que imaginar una amplísima llanura a través de la cual corren esos dos ríos. Es cálida y pantanosa y, a veces, las aguas inundan también el país. En esa llanura se ven en la actualidad de vez en cuando grandes colinas, aunque no son colinas de verdad: si comenzamos a excavar en ellas, encontraremos en primer lugar una gran cantidad de ladrillos y escombros. Poco a poco, nos iremos topando con altas y sólidas murallas, pues estas colinas son, en realidad, ciudades en ruinas, grandes ciudades con calles largas tiradas a cordel, casas altas, palacios y templos. Al no estar construidas en piedra, como en Egipto, sino con ladrillos, se han desmoronado con el paso del tiempo por la acción del Sol y, finalmente, se han hundido formando grandes montones de escombros.

Una de esas escombreras de un paraje desértico es hoy Babilonia, que fue en otros tiempos la mayor ciudad del mundo, con un increíble pulular de personas llegadas de todos los rincones que llevaban allí sus mercancías para intercambiarlas. Otra de esas escombreras, al pie de la montaña, aguas arriba, es también la segunda ciudad mayor del país: Nínive. Babilonia fue la capital de los babilonios. Eso es fácil de recordar. Nínive, sin embargo, fue la capital de los asirios.

Este país no estuvo casi nunca gobernado en su totalidad por un único rey, como Egipto. Tampoco fue un imperio de duración tan larga y que se mantuviera con fronteras fijas. En él habitaron múltiples pueblos y numerosos reyes que gobernaron sucesivamente; los pueblos más importantes fueron los sumerios, los babilonios y los asirlos. Hasta hace poco se creía que los egipcios eran el pueblo más antiguo en poseer todo cuanto denominamos cultura: ciudades con artesanos, príncipes y reyes, templos y sacerdotes, funcionarios y artistas, una escritura y una técnica.

Desde hace algunos años sabemos que los sumerios se hallaban por delante de los egipcios en varios de estos asuntos. Excavaciones realizadas en las escombreras que surgen del llano en las proximidades del golfo Pérsico nos han mostrado que a los habitantes de aquellos lugares se les había ocurrido la idea de modelar ladrillos con barro para construir con ellos casas y templos más de 3.100 años a. C. Bajo uno de los mayores montones de escombros se hallaron ruinas de la ciudad de Ur, donde, según la Biblia, vivieron los antepasados de Abraham. Allí se encontró un gran número de tumbas que debían de remontarse, aproximadamente, al mismo tiempo que la pirámide de Keops en Egipto. Pero, mientras la pirámide se halla vacía, en este otro lugar se descubrieron objetos magníficos y sorprendentes. Maravillosas alhajas de oro para mujeres y recipientes también de oro para ofrendas sepulcrales. Cascos de oro y puñales cubiertos de ese metal y piedras preciosas. Arpas suntuosas decoradas con cabezas de toros e—imagínatelo—un tablero de juego con cuadrados como los del ajedrez hecho de preciosas incrustaciones.

En estas escombreras se encontraron también piedras redondas con sellos, y tablillas cerámicas con inscripciones. Pero no en jeroglíficos, sino en otro tipo de escritura casi más difícil aún de descifrar. Precisamente porque ya no emplea imágenes, sino trazos aislados acabados en punta y con aspecto de triángulos o cuñas. Se llama escritura cuneiforme. En Mesopotamia no se conocieron los libros de papiro. Todos los signos se escribían en arcilla blanda que, luego, se cocía en hornos, formándose así tablillas de cerámica duras. Se han hallado grandes cantidades de esa clase de tablillas de época antigua. Contienen largas y hermosísimas leyendas y relatos fabulosos que hablan del héroe Gilgamesh y de su lucha con monstruos y dragones. Y también numerosas inscripciones en las que ciertos reyes informan sobre sus hazañas y se enorgullecen de los templos erigidos por ellos para la eternidad y de cuántos pueblos han subyugado.

Se han encontrado tablillas antiquísimas con informes de comerciantes, contratos, certificaciones, listas de mercancías, etcétera. Por eso sabemos que los antiguos sumerios fueron ya, como lo serían más tarde los babilonios y los asirios, un gran pueblo de comerciantes capaz de llevar muy bien las cuentas y distinguir con claridad lo justo de lo injusto.

De uno de los primeros reyes babilonios que dominaron todo el país conocemos una de esas grandes inscripciones grabada en una piedra. Es el código legal más antiguo del mundo: las leyes del rey Hammurabi. El nombre suena como salido de un libro de cuentos, pero las leyes son muy razonables, rigurosas y justas. Por eso podrás guardar en la memoria cuándo vivió Hammurabi, aproximadamente: unos 1.700 años a. C., es decir, hace 3.700 años.

Los babilonios eran rigurosos y diligentes, como lo fueron también más tarde los asirios. Pero no pintaban figuras tan coloristas como los egipcios. En sus esculturas y representaciones sólo suele verse, en la mayoría de los casos, al rey de caza o a sus enemigos presos y atados de pies y manos arrodillados ante él, además de carros de guerra que ponen en fuga a pueblos extranjeros, y a guerreros que asaltan fortalezas. Los reyes tienen una mirada sombría, llevan barbas largas negras y rizadas y pelo largo y en bucles. A veces los vemos ofreciendo sacrificios a los dioses; al dios del Sol, Baal, y la diosa de la Luna, Ishtar o Astarté.

En efecto, los babilonios y los asirios rezaban al Sol, la Luna y las estrellas, considerándolos sus dioses. En las noches claras y cálidas observaron durante años y siglos el curso de los astros. Y como eran personas de mente clara e inteligente, se dieron cuenta de la regularidad del recorrido de las estrellas. Pronto reconocieron las que parecen estar fijas en la bóveda del cielo y que vuelven a encontrarse cada noche en el mismo lugar. Y dieron nombres a las figuras formadas en el firmamento, tal como hoy hablamos de la «Osa Mayor». Pero aún se interesaron más por las estrellas que se mueven en la bóveda celeste y tan pronto se sitúan en la proximidad de la «Osa Mayor», como, por ejemplo, cerca de «Libra». Por aquel entonces se creía que la Tierra era un disco fijo, y el firmamento una especie de esfera hueca tendida como una concha sobre la Tierra y que giraba una vez al día. Seguro que les extrañaba de manera especial que las estrellas no estuviesen todas fijas en aquella concha celeste y que algunas pudieran ser móviles, por así decirlo, y desplazarse de un lado a otro.

Hoy sabemos que son los astros los que se mueven a una con la Tierra en torno al Sol. Los llamamos planetas. Pero era imposible que los antiguos babilonios y asirios lo supieran; por eso creían que detrás de aquello se escondía alguna magia misteriosa. Dieron a esos astros nombres propios y los observaron siempre con atención, pues creían que se trataba de seres poderosos y que su posición significaba algo para el destino de los seres humanos. Por eso deseaban predecir el futuro según la posición de dichos astros. Esta creencia se llama adivinación por los astros, o, con una palabra griega, astrología. Se creía que algunos planetas proporcionaban suerte; y otros, desgracia. Marte significaba guerra; Venus, amor. A cada dios de un planeta se le consagró un día. Y, como con el Sol y la Luna sumaban exactamente siete, dieron origen a nuestra semana. Todavía seguimos diciendo lunes (por la Luna) y martes (por Marte). Los cinco planetas conocidos entonces se llamaban Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. En los nombres castellanos de la semana se reconocen estos nombres de los planetas, al igual que en muchas otras lenguas que se siguen hablando en la actualidad. Fíjate en los nombres franceses de la semana. Se llaman mar-di (de Marte), mercre-di (de Mercurio), jeu-di (de Júpiter), vendre-di (de Venus). Para el sábado, observa el inglés. En esta lengua, el día de Saturno se llama Satur-day. En alemán es algo más complicado porque los nombres grecorromanos de los dioses han sido sustituidos dentro de lo posible por sus correspondientes dioses antiguos germánicos. Así el miércoles, Dienstag (mar-tes) deriva, quizá, de Zius-Tag [día de Ziu], pues Ziu era el antiguo dios alemán de la guerra; de la misma manera, Donnerstag (jueves) proviene de Donar, el antiguo dios alemán al que se veneraba de la misma manera que a Júpiter. ¿Podías creer que nuestros días de la semana tienen una historia tan honorable y curiosa y con tantos milenios de antigüedad?

Para hallarse más cerca de las estrellas y poderlas ver también mejor en su país brumoso, los babilonios, y todavía antes los sumerios, levantaron extraños edificios. Grandes y amplias torres superpuestas e imponentes formando varias terrazas, con enormes contrafuertes y altas escalinatas. El templo para la Luna o los planetas se alzaba justo en lo más alto. La gente acudía de lejos llevando consigo valiosas ofrendas para que los sacerdotes les pronosticaran el destino a partir de los astros. Estas torres escalonadas surgen aún hoy en ruinas por encima de los montones de escombros, y se pueden hallar inscripciones en que los reyes cuentan cómo las erigieron o repararon. Tienes que pensar que los primeros reyes de esta región vivieron hace alrededor de 3.000 años a. C.; y los últimos, hace unos 550, también a. C.

El último rey babilonio verdaderamente poderoso fue Nabucodonosor. Vivió hacia el 600 a. C. Sus campañas de guerra le hicieron famoso. Luchó contra Egipto y deportó a muchos pueblos a Babilonia como esclavos. Pero sus mayores hazañas no fueron en realidad sus campañas bélicas sino los imponentes canales y depósitos de agua que ordenó construir para hacer fértil la tierra. Desde que esos canales se cegaron y los depósitos de agua se cubrieron de lodo, el país se ha convertido en esa llanura desértica y pantanosa donde se ven surgir a veces colinas de escombros.

Y cuando nos alegremos porque acaba la semana y llega de nuevo el domingo (en alemán Sonn-Tag, el «día del Sol»), pensemos alguna vez en esas escombreras de aquella cálida región pantanosa y en los severos reyes con barbas largas y negras, pues ahora sabemos la relación existente entre todo ello.”

Cuestionario:
1. ¿Qué significa la palabra Mesopotamia? ¿De qué idioma viene?
2. ¿Sobre qué dos ríos se asentaba esta civilización?
3. ¿Por qué a diferencia de Egipto, se han conservado muy pocos restos de la arquitectura mesopotámica?
4. Nombra dos importantes ciudades de Mesopotamia.
5. ¿Quiénes eran los sumerios? ¿Qué inventaron?
6. ¿Qué es el Código de Hammurabi?
7. ¿En Mesopotamia creían en el poder de los astros y su influencia en el destino de los hombres?
8. ¿Cuál fue la mayor hazaña del rey Nabucodonosor?




miércoles, 28 de septiembre de 2016

martes, 20 de septiembre de 2016

"PISADAS EN LA ARCILLA". COMENTARIO DE TEXTOS "ARTE EN LA PREHISTORIA". FUNDAMENTOS DEL ARTE I.

Detalle de pinturas rupestres de la cueva de Chauvet, Francia. Fuente de la imagen:http://animals-partner.blogspot.com.es/2015/06/chauvet-cave-wall-painting-of-animals.html

Lee atentamente este artículo del gran escritor Antonio Muñoz Molina y contesta las preguntas que aparecen al final del mismo.

Pisadas en la arcilla
ANTONIO MUÑOZ MOLINA

En la cueva de Chauvet, en el sureste de Francia, están impresas sobre la arcilla las pisadas de un niño de entre ocho y diez años, que medía alrededor de uno treinta y se iluminaba con una antorcha. El carbón de la antorcha dejó sus marcas regulares a lo largo de la pared. Gracias al análisis de esos residuos se sabe que este niño se internó en las sombras móviles de la cueva de Chauvet hace unos veintiséis mil años, de modo que las suyas son las huellas humanas más antiguas de las que tenemos noticia. No hay más huellas cerca: el niño entró solo en la cueva. La luz de la antorcha iluminaría lo que descubrieron por azar unos espeleólogos franceses en 1994, una sucesión de galerías con imágenes de animales pintadas o hendidas sobre la roca y la arcilla, el bestiario fabuloso de las especies que hace treinta milenios deambulaban por las sabanas de Europa, mamuts, leones, rinocerontes, grandes osos, caballos, panteras, ciervos imponentes llamados megaceros, bisontes. Las pinturas de Chauvet son las más antiguas de las que se tiene noticia, muy anteriores a las de Lascaux y las de Altamira: y sin embargo revelan una maestría infalible, un dominio de la anatomía y del movimiento y de la síntesis visual que permite representar la cabeza y la joroba de un mamut o el hocico de un rinoceronte con un solo trazo, aprovechando además las protuberancias de la pared rocosa para sugerir el volumen.

Pero lo más extraño no es la formidable calidad formal de esas pinturas, que desmiente cualquier noción evolutiva en el arte: lo extraño, lo que nos atrae de verdad hacia ellas, es la familiaridad que sentimos al mirarlas. En la manera en que miraban el mundo esos seres humanos hay algo que reconocemos, igual que en esas huellas que podían ser las de los pasos de uno de nuestros hijos, o en esas manos trazadas en blanco sobre las paredes contra un contorno rojizo de óxido de hierro. Alguien apoyó una palma abierta y con la otra mano sostuvo el hueso o la caña por los que sopló el óxido. Si nos estuviera permitido tocar la pared, superpondríamos sobre esa mano fantasma la nuestra y encontraríamos una coincidencia casi exacta.

A las manos impresas en las paredes de las cuevas con frecuencia parece que les faltan las falanges superiores de uno o de varios dedos, nunca el pulgar. Se especuló en otro tiempo que la causa podían ser amputaciones por congelación o por accidentes de caza. Ahora se sospecha que en realidad son dedos doblados para indicar ciertos signos de vocabularios silenciosos, indicaciones o avisos de algo, gestos de pertenencia a un clan. Lo he aprendido en unos de esos libros inesperados que uno encuentra sin haberlos buscado y en los que se sumerge con felicidad durante varios días, Los pintores de las cavernas, de Gregory Curtis, que trata del misterio insoluble del significado de la pintura prehistórica y a la vez cuenta la aventura moderna de su descubrimiento, en la que hay episodios novelescos de exploraciones audaces y hallazgos de tesoros y también de mezquinas intrigas y venganzas académicas, de manuscritos perdidos, exilios y suicidios. Como algunas novelas, el relato de Curtis sucede en dos planos temporales muy alejados entre sí que acaban constituyendo una sola trama. El primero de ellos dura, asombrosamente, unos veinte mil años, a lo largo de los cuales se mantuvo más o menos intacta una tradición plástica de una sofisticación que no tiene nada de primitiva, y que sin más remedio debería de formar parte de una cultura mucho más rica y más amplia de la que no ha quedado nada, igual que han extinguido las especies de animales magníficos que atravesaban Europa en migraciones populosas, proporcionando a aquellos pueblos cazadores no sólo su alimento, sino también la materia de sus rituales y de sus mitologías, de los cuales las pinturas de las cavernas son reliquias en gran medida indescifrables. El segundo relato es mucho más cercano: empieza en 1879, en Altamira, cuando una niña que acompaña a su padre en la excavación de una cueva mira hacia el techo y ve algo en lo que el padre no ha reparado, unas figuras de bisontes rojizos. Al pobre Marcelino de Sautuola el descubrimiento de las pinturas de Altamira no le deparó ninguna gloria, sino humillaciones y disgustos, y murió prematuramente con la amargura de un escarnio sin consuelo. Eran los años en que se difundía, entre furiosas diatribas, la teoría de la evolución, y algunos de sus partidarios, explica Curtis, quisieron creer que las pinturas eran falsificaciones calculadas para desacreditarla. Si las artes, como los organismos, evolucionan de lo más simple a lo más complejo, ¿cómo era posible que unos bárbaros habitantes de las cavernas hubieran sido capaces de pintar con tal maestría?
De un modo u otro, el prejuicio del primitivismo se mantuvo en las interpretaciones más habituales de los especialistas: las pinturas formarían parte de rituales mágicos para propiciar la caza. Pero los animales pintados en las cuevas muchas veces no son los mismos que se cazaban para comer. En algunas de ellas se han encontrado pruebas de que los pintores, mientras hacían su trabajo, habían comido carne de reno, pero no había renos entre los animales que pintaban, y sí otros que inspirarían pavor, como rinocerontes o leones o mamuts. No fue un especialista en pintura prehistórica, sino un historiador del arte con inclinaciones filosóficas, Max Raphael, intuyó por primera vez que las acumulaciones de animales en una gruta podían ser no resultado del azar sino de un propósito compositivo regido por alguna forma de geometría y de simbolismo, cuya clave sería probablemente la forma de la mano extendida. Max Raphael era judío alemán y pasó por Francia huyendo de los nazis. En su exilio de Nueva York vivió obsesionado por las pinturas de las cuevas, negándose a aceptar que culturas tan refinadas en su imaginación plástica y en sus técnicas de representación no hubieran poseído también una complejidad espiritual. Misántropo, angustiado por la soledad y el fracaso, Max Raphael se suicidó en 1951. Unos meses antes le había mandado a la prehistoriadora francesa Annette Laming-Emperaire treinta páginas de borradores y notas para un libro que nunca llegó a escribir: Sobre el método de interpretar el arte paleolítico.
Como en el universo inquietante que nos explican los físicos, en el relato de los pintores prehistóricos lo que vemos y lo que sabemos está rodeado por la materia oscura de lo desconocido. Las pisadas del niño que llevaba la antorcha en la cueva de Chauvet van en una sola dirección. En la cueva de Trois Frères hay una figura solitaria en el punto más alto del techo que tiene cabeza de ciervo, torso y cola de caballo y piernas de hombre que puede ser un chamán en estado de trance o un personaje fantástico, pero que nos estremece sobre todo por el gesto con el que parece volverse el espectador como si acabara de descubrir la presencia de un intruso, o la de un semejante. -
Bibliografía recomendada: Los pintores de las cavernas: el misterio de los primeros artistas. Gregory Curtis. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Turner. Madrid, 2009. 324 páginas.

Cuestionario
1.      Resume tres ideas esenciales del texto.
2.     Identifica varias cuevas de arte rupestre. ¿Cuál es considerada la más antigua?
3.     Las pisadas de un ser humano más antiguas que se han conservado están fechadas circa….
4.     ¿Qué animales aparecen representados en pintura de la cueva de Chauvet?
5.     “Las manos trazadas en blanco sobre las paredes contra un contorno rojizo de óxido de hierro” son…
6.     ¿En qué consiste la técnica aerográfica?
7.     ¿Quién descubrió las cuevas de Altamira?
8.     ¿Qué pueden querer decir o significar las representaciones de animales en las pinturas rupestres?
9.     Explica el significado de: bestiario; deambulaban; sabana; infalible; protuberancia; misterio insoluble; sofisticación; escarnio; pavor.

Para saber más sobre Chauvet:

Genial artículo de Algargos sobre Chauvet, aquí.

lunes, 19 de septiembre de 2016

ACTIVIDAD INICIAL SOBRE EL ARTE DE LA PREHISTORIA. FUNDAMENTOS DEL ARTE I



¡Saludos!
Después del visionado de este video, contestad a las siguientes preguntas:

1)El arte prehistórico abarca desde.... y hasta....

2)Señala al menos dos características del arte prehistórico.

3) ¿Qué es la pintura parietal?

4) En los inicios del Paleolítico...

5) Las etapas posteriores al Paleolítico se denominan...

6) ¿En qué zonas se han encontrado abundantes ejemplos de pintura paleolítica? ¿Cronología?

7)¿Qué colores predominan en la pintura parietal paleolítica?

8) ¿Qué técnica utilizaban?

9) Los "toscos pinceles" que utilizaban los elaboraban con....

10)¿Por qué, en general, se han conservado bien las pinturas paleolíticas?

11)¿Qué es la "perspectiva torcida"?

12) Temas de la pintura paleolítica.

13) Teorías e hipótesis sobre la intencionalidad de la pintura paleolítica.

14) ¿Qué es un "ex-voto"?

15)Ejemplos destacados de pintura rupestre son...

16) Cita varias tipologías de arte mueble o mobiliar.

17) ¿Qué eran las venus prehistóricas? ¿Sabes por qué se las denominaba así?

18) La pintura neolítica se centra en la zona de...

19) Señala dos rasgos esenciales de la pintura parietal neolítica.

20) En el Neolítico encontramos también...

miércoles, 14 de septiembre de 2016

ACTIVIDAD INICIAL FUNDAMENTOS DEL ARTE I


Como actividad inicial, haremos un pretest de detección de ideas previas que consistirá en identificar y comentar varias imágenes:




Aprenderemos el eje cronológico y los estilos artísticos:




Y veremos un video sobre la mujer en el arte:



Y aquí podéis ver ejemplos de trabajos de otros cursos.

miércoles, 8 de octubre de 2014

ACTIVIDAD "COMENTARIO DE TEXTO SOBRE MESOPOTAMIA". FUNDAMENTOS DEL ARTE I, TEMA 2




Lee detenidamente este texto de E. Gombrich sobre la civilización mesopotámica de su libro Breve historia del tiempo. A continuación contesta el cuestionario sobre el mismo.

“ La semana tiene siete días. Se llaman..., ¡bueno, eso ya lo sabes! Pero, probablemente, no sabrás desde cuándo los días no van pasando uno tras otro, sin nombre ni orden, como pasaban para los hombres primitivos. Ni quién los reunió en semanas y les dio su nombre a cada uno. Eso no ocurrió en Egipto, sino en otro país donde también hacía calor. Y, en vez de un río, el Nilo, había incluso dos: el Eufrates y el Tigris. Por eso, aquel país se llama el país de los dos ríos. Y, como la tierra que merece la pena se extiende entre las dos corrientes, se le llama también país entre ríos, o con una palabra griega, Mesopotamia. Esta Mesopotamia no se halla en África, sino en Asia, pero no demasiado lejos de nuestra zona. Está situada en el Próximo Oriente. Los dos ríos, el Eufrates y el Tigris, desembocan en el golfo Pérsico.

Tienes que imaginar una amplísima llanura a través de la cual corren esos dos ríos. Es cálida y pantanosa y, a veces, las aguas inundan también el país. En esa llanura se ven en la actualidad de vez en cuando grandes colinas, aunque no son colinas de verdad: si comenzamos a excavar en ellas, encontraremos en primer lugar una gran cantidad de ladrillos y escombros. Poco a poco, nos iremos topando con altas y sólidas murallas, pues estas colinas son, en realidad, ciudades en ruinas, grandes ciudades con calles largas tiradas a cordel, casas altas, palacios y templos. Al no estar construidas en piedra, como en Egipto, sino con ladrillos, se han desmoronado con el paso del tiempo por la acción del Sol y, finalmente, se han hundido formando grandes montones de escombros.

Una de esas escombreras de un paraje desértico es hoy Babilonia, que fue en otros tiempos la mayor ciudad del mundo, con un increíble pulular de personas llegadas de todos los rincones que llevaban allí sus mercancías para intercambiarlas. Otra de esas escombreras, al pie de la montaña, aguas arriba, es también la segunda ciudad mayor del país: Nínive. Babilonia fue la capital de los babilonios. Eso es fácil de recordar. Nínive, sin embargo, fue la capital de los asirios.

Este país no estuvo casi nunca gobernado en su totalidad por un único rey, como Egipto. Tampoco fue un imperio de duración tan larga y que se mantuviera con fronteras fijas. En él habitaron múltiples pueblos y numerosos reyes que gobernaron sucesivamente; los pueblos más importantes fueron los sumerios, los babilonios y los asirlos. Hasta hace poco se creía que los egipcios eran el pueblo más antiguo en poseer todo cuanto denominamos cultura: ciudades con artesanos, príncipes y reyes, templos y sacerdotes, funcionarios y artistas, una escritura y una técnica.

Desde hace algunos años sabemos que los sumerios se hallaban por delante de los egipcios en varios de estos asuntos. Excavaciones realizadas en las escombreras que surgen del llano en las proximidades del golfo Pérsico nos han mostrado que a los habitantes de aquellos lugares se les había ocurrido la idea de modelar ladrillos con barro para construir con ellos casas y templos más de 3.100 años a. C. Bajo uno de los mayores montones de escombros se hallaron ruinas de la ciudad de Ur, donde, según la Biblia, vivieron los antepasados de Abraham. Allí se encontró un gran número de tumbas que debían de remontarse, aproximadamente, al mismo tiempo que la pirámide de Keops en Egipto. Pero, mientras la pirámide se halla vacía, en este otro lugar se descubrieron objetos magníficos y sorprendentes. Maravillosas alhajas de oro para mujeres y recipientes también de oro para ofrendas sepulcrales. Cascos de oro y puñales cubiertos de ese metal y piedras preciosas. Arpas suntuosas decoradas con cabezas de toros e—imagínatelo—un tablero de juego con cuadrados como los del ajedrez hecho de preciosas incrustaciones.

En estas escombreras se encontraron también piedras redondas con sellos, y tablillas cerámicas con inscripciones. Pero no en jeroglíficos, sino en otro tipo de escritura casi más difícil aún de descifrar. Precisamente porque ya no emplea imágenes, sino trazos aislados acabados en punta y con aspecto de triángulos o cuñas. Se llama escritura cuneiforme. En Mesopotamia no se conocieron los libros de papiro. Todos los signos se escribían en arcilla blanda que, luego, se cocía en hornos, formándose así tablillas de cerámica duras. Se han hallado grandes cantidades de esa clase de tablillas de época antigua. Contienen largas y hermosísimas leyendas y relatos fabulosos que hablan del héroe Gilgamesh y de su lucha con monstruos y dragones. Y también numerosas inscripciones en las que ciertos reyes informan sobre sus hazañas y se enorgullecen de los templos erigidos por ellos para la eternidad y de cuántos pueblos han subyugado.

Se han encontrado tablillas antiquísimas con informes de comerciantes, contratos, certificaciones, listas de mercancías, etcétera. Por eso sabemos que los antiguos sumerios fueron ya, como lo serían más tarde los babilonios y los asirios, un gran pueblo de comerciantes capaz de llevar muy bien las cuentas y distinguir con claridad lo justo de lo injusto.

De uno de los primeros reyes babilonios que dominaron todo el país conocemos una de esas grandes inscripciones grabada en una piedra. Es el código legal más antiguo del mundo: las leyes del rey Hammurabi. El nombre suena como salido de un libro de cuentos, pero las leyes son muy razonables, rigurosas y justas. Por eso podrás guardar en la memoria cuándo vivió Hammurabi, aproximadamente: unos 1.700 años a. C., es decir, hace 3.700 años.

Los babilonios eran rigurosos y diligentes, como lo fueron también más tarde los asirios. Pero no pintaban figuras tan coloristas como los egipcios. En sus esculturas y representaciones sólo suele verse, en la mayoría de los casos, al rey de caza o a sus enemigos presos y atados de pies y manos arrodillados ante él, además de carros de guerra que ponen en fuga a pueblos extranjeros, y a guerreros que asaltan fortalezas. Los reyes tienen una mirada sombría, llevan barbas largas negras y rizadas y pelo largo y en bucles. A veces los vemos ofreciendo sacrificios a los dioses; al dios del Sol, Baal, y la diosa de la Luna, Ishtar o Astarté.

En efecto, los babilonios y los asirios rezaban al Sol, la Luna y las estrellas, considerándolos sus dioses. En las noches claras y cálidas observaron durante años y siglos el curso de los astros. Y como eran personas de mente clara e inteligente, se dieron cuenta de la regularidad del recorrido de las estrellas. Pronto reconocieron las que parecen estar fijas en la bóveda del cielo y que vuelven a encontrarse cada noche en el mismo lugar. Y dieron nombres a las figuras formadas en el firmamento, tal como hoy hablamos de la «Osa Mayor». Pero aún se interesaron más por las estrellas que se mueven en la bóveda celeste y tan pronto se sitúan en la proximidad de la «Osa Mayor», como, por ejemplo, cerca de «Libra». Por aquel entonces se creía que la Tierra era un disco fijo, y el firmamento una especie de esfera hueca tendida como una concha sobre la Tierra y que giraba una vez al día. Seguro que les extrañaba de manera especial que las estrellas no estuviesen todas fijas en aquella concha celeste y que algunas pudieran ser móviles, por así decirlo, y desplazarse de un lado a otro.

Hoy sabemos que son los astros los que se mueven a una con la Tierra en torno al Sol. Los llamamos planetas. Pero era imposible que los antiguos babilonios y asirios lo supieran; por eso creían que detrás de aquello se escondía alguna magia misteriosa. Dieron a esos astros nombres propios y los observaron siempre con atención, pues creían que se trataba de seres poderosos y que su posición significaba algo para el destino de los seres humanos. Por eso deseaban predecir el futuro según la posición de dichos astros. Esta creencia se llama adivinación por los astros, o, con una palabra griega, astrología. Se creía que algunos planetas proporcionaban suerte; y otros, desgracia. Marte significaba guerra; Venus, amor. A cada dios de un planeta se le consagró un día. Y, como con el Sol y la Luna sumaban exactamente siete, dieron origen a nuestra semana. Todavía seguimos diciendo lunes (por la Luna) y martes (por Marte). Los cinco planetas conocidos entonces se llamaban Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. En los nombres castellanos de la semana se reconocen estos nombres de los planetas, al igual que en muchas otras lenguas que se siguen hablando en la actualidad. Fíjate en los nombres franceses de la semana. Se llaman mar-di (de Marte), mercre-di (de Mercurio), jeu-di (de Júpiter), vendre-di (de Venus). Para el sábado, observa el inglés. En esta lengua, el día de Saturno se llama Satur-day. En alemán es algo más complicado porque los nombres grecorromanos de los dioses han sido sustituidos dentro de lo posible por sus correspondientes dioses antiguos germánicos. Así el miércoles, Dienstag (mar-tes) deriva, quizá, de Zius-Tag [día de Ziu], pues Ziu era el antiguo dios alemán de la guerra; de la misma manera, Donnerstag (jueves) proviene de Donar, el antiguo dios alemán al que se veneraba de la misma manera que a Júpiter. ¿Podías creer que nuestros días de la semana tienen una historia tan honorable y curiosa y con tantos milenios de antigüedad?

Para hallarse más cerca de las estrellas y poderlas ver también mejor en su país brumoso, los babilonios, y todavía antes los sumerios, levantaron extraños edificios. Grandes y amplias torres superpuestas e imponentes formando varias terrazas, con enormes contrafuertes y altas escalinatas. El templo para la Luna o los planetas se alzaba justo en lo más alto. La gente acudía de lejos llevando consigo valiosas ofrendas para que los sacerdotes les pronosticaran el destino a partir de los astros. Estas torres escalonadas surgen aún hoy en ruinas por encima de los montones de escombros, y se pueden hallar inscripciones en que los reyes cuentan cómo las erigieron o repararon. Tienes que pensar que los primeros reyes de esta región vivieron hace alrededor de 3.000 años a. C.; y los últimos, hace unos 550, también a. C.

El último rey babilonio verdaderamente poderoso fue Nabucodonosor. Vivió hacia el 600 a. C. Sus campañas de guerra le hicieron famoso. Luchó contra Egipto y deportó a muchos pueblos a Babilonia como esclavos. Pero sus mayores hazañas no fueron en realidad sus campañas bélicas sino los imponentes canales y depósitos de agua que ordenó construir para hacer fértil la tierra. Desde que esos canales se cegaron y los depósitos de agua se cubrieron de lodo, el país se ha convertido en esa llanura desértica y pantanosa donde se ven surgir a veces colinas de escombros.

Y cuando nos alegremos porque acaba la semana y llega de nuevo el domingo (en alemán Sonn-Tag, el «día del Sol»), pensemos alguna vez en esas escombreras de aquella cálida región pantanosa y en los severos reyes con barbas largas y negras, pues ahora sabemos la relación existente entre todo ello.”

Cuestionario:
1. ¿Qué significa la palabra Mesopotamia? ¿De qué idioma viene?
2. ¿Sobre qué dos ríos se asentaba esta civilización?
3. ¿Por qué a diferencia de Egipto, se han conservado muy pocos restos de la arquitectura mesopotámica?
4. Nombra dos importantes ciudades de Mesopotamia.
5. ¿Quiénes eran los sumerios? ¿Qué inventaron?
6. ¿Qué es el Código de Hammurabi?
7. ¿En Mesopotamia creían en el poder de los astros y su influencia en el destino de los hombres?
8. ¿Cuál fue la mayor hazaña del rey Nabucodonosor?